Cuando la luz se corta en la ciudad por los designios de la naturaleza suceden esos milagros dignos nacidos entre las furias de los rayos, el quebranto de los truenos graves y las lumbres que se abren paso entre los grandes nubarrones grises mientras estos se alzan hacia las alturas mostrando su grandeza, su imponencia majestuosa.
Asi se presentaba el lunes, con algunas gotas gordas cayendo cansadas desde el cielo con ganas de apaciguar el boleo del calor y el padecimiento del pobre e insignificante ser humano.
No hay luz electrica. No hay tecnologia. No hay ruido que nos distraiga ni luz que nos disperse. Toda la teoria practica del siglo XXI, cuna del microchip y sus derivados, desaparecen en los rusticismos de una vela candente, unas cortinas bailando a los caprichos de la brisa fresca que nos conecta con el mundo real, ese mundo que hay afuera y a veces no sentimos.
Martina seguia con sus creaciones, algunos recortes con papel glace, unas hadas de papel y otros dibujos improvisados.
Se me dio por revolver algunas viejas fotos. De esas que a veces uno suele olvidar y encontre aquella vieja imagen tomada en Ascochinga, Cordoba dias antes del primer año de mi hija.
En ella pude ver y hasta revivir ese instante, donde en mis primeros pasos de padre, comenzaba aquella conexion, aquel enlace, esa union que fijamente quedo en la mirada cruzada entre ambos.
Y de a poco, luego de 7 años, vas percibiendo que parte de ser padre es eso, estar conectado constantemente con tu hijo, sintiendo sus miedos, viviendo sus alegrias, disfrutando sus descubrimientos y llorando algunos golpes.
Ese dia un elemento nos habia conectado a ambos, y era el agua.
Flotando a la deriva, solo ella y yo, dejandonos llevar por el suave arrastre del rio fresco, nos miramos profundamente encontrando la esencia entre padre e hija. Ella quizas descubriendo, a traves de dos grandes ojos color miel y largas pestañas, algunas vivencias, algunos nuevas sensaciones. Yo admirando, a trves de sus dos ojitos azabache resaltando en blanca piel, su infinita tranquilidad, su paz y su calma arriba de mi pecho, inmersa en la confianza y la entrega a aquel momento. Sin relojes, sin horarios, sin compromisos ni obligaciones, sin costumbre o rutinas, sin nada mas que lo necesario para ser.
Y en eso consiste la union, en buscar los nexos, los elementos que puedan unirnos a nuestros hijos, un parque, un dibujo, un lapiz, una tarea, un cuento a la noche, una cancion, algun baile o una payasada cualquiera, la cocina, el helado o una golosina, quizas tambien el rezo al angel de la guarda, algunas hadas o princesas que nos lleven a nosotros, los adultos, a los viejos enigmas de bosques encantados, de casas de dulce de leche y arboles de caramelos para endulzar lentamente nuestras propias experiencias mientras sacamos aquel niños que vos, que yo, que todos hemos dejado atras en alguna etapa de nuestras vidas.
Estamos envueltos en una voragine que nos carcome poco a poco, en un mundo totalmente revuelto, sin sentido, agitado, dejandonos algo agobiados, cansados, poniendonos de mal humor y algo cascarrabias. Valores extraviados y rumbos inciertos, caminos errados, padres ausentes, peleas domesticas, crisis mundiales y guerra por doquier. Un sin fin de obstaculos que nos distancian de nuestros hijos, quebrando el lazo del amor paternal, la sonrisa inocente y el aprendizaje mutuo.
Entonces ahi es cuando cada segundo cobra importancia, cuando uno se da cuenta que los dias no vuelven y que se fugan como el atardecerr en el horizonte. Cuando uno, adulto mira a su hijo crecer adquiriendo nuestras costumbres, sanas o no, buenas o malas, para bien o para mal, y comienzan a parecerse a nosotros moldeando su caracter.
Esta lloviendo. Y no se si son las nubes o sus ojos escondidos tras el brillo de la candela suave en la mesa, lo que me hace volver de aquel pasaje de antañas diapositivas de un pasado presente a esta San Salvador de Jujuy que lentamente comienza a adormecer su andar en la cuna de la oscuridad y la calma que viene despues de la tormenta, otra jornada mas de labores y responsabilidades mientras Martina sigue guardando sus sueños en una cajita de cristal.-
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