miércoles, 24 de febrero de 2010

¡¡ Anuncian próximo lanzamiento de Servicio a la Comunidad no solicitado, gratis y sin I.V.A. !!


baywatch38 ... ¡No hay!, ¡no hay!, ¡no hay! y ¡NO HAY! ...y encima me preguntas ¿porque? y yo, como buen webloguero profesional que reconoce ser el faro, el punto de referencia de miles de almas perdidas que deambulan en las oscuridades mas miserables de la vida, el oasis colmado de felicidad minutera al cual recurren sedientos viajeros cuya rutina diaria carcome sus dedos gordos, medios y pequeños del pie en una orgia de ampollas y llagas de tanto caminar sin rumbo alguno; debo contestar con la rectitud y la gran formación prusiana que me destaca para decirle que no hay porque...¡estoy tapado de laburo, tapado de laburo!, ¡retapado!.

Y ¡guay, caray! que no hablo de taparse como en  veranito con una sabanita blanca para no cagarte de calor, sino mas bien como en el invierno mas crudo de Finlandia y sin estufa. ¿Entendes?. Hasta el cogote y con tres cueros de alce de sabana y un doble par de pieles de oso pardo de frazadas.

Así estoy, tapado de laburo, hasta la mano de laburo, lleno de papeles, de facturas, de recibos, de planitos, de planetes, que fincas, que acequias, que el maquinista tiro abajo el poste de luz, que rompió la cañería de gas, que no tengo agua, que el agua sale cara, que patatín, que patatán, que si, que no, que pitos, que flautas, que aquí, que allá, que mami, que papi, que chicha, que limonada, que sardo, que cremoso, que grueso, que fino,  y tátara tarta tata rata tarta tata….

Y yo todavía sin recibir el cheque de la editorial como hace tres meses ( parece que los sabuesos de la AFIP me descubrieron y acaban de implementar el Impuesto a la Creatividad Magistral, Insuperable e Indiscutible de la Redacción y recién me acabo de enterar), con una sobrecarga laboral, con una secretaria que sufre "crisis de ausencia", con la necesidad imperiosa de que la jornada tenga, no sé, ponele 28 horas para que me rinda el día (ya eleve al Todopoderoso Omnipresente que tome cartas en el asunto mediante nota membretada) y aun así conservo mi buen semblante para informarles que este fiel servidor, no solo es el salvavidas de muchos de ustedes a través del weblog, sino que también,  próximamente será una especie de David Hasselfod, pero claro, con menos metálico en el bolsillo.

Con mis ultimas energías, con el poco aliento que me queda y sacando fuerzas de la flaqueza y en pos de ampliar mi servicio a la comunidad, es que me entregue (entiéndase bien el termino "entregue") de lleno a un Curso de Socorrista Acuático el cual se dicta de Lunes a Viernes de 20:00 a 24:00 en un club amigo de la ciudad.  Si bien las relajantes dos horas de teoría es como recorrer las viejas aulas de la primaria del Colegio del Salvador, las siguientes dos no son mas que la antesala de la muerte o la sucursal del infierno, pero en el agua, con ropa, sin Pamela Anderson y con ahogados, camillas, cuellos ortopédicos y patas de rana.

Así que si te va mal en el agua, si se te desvía al garguero un chupetín sin palito o un pedazo de cuadril al horno mal masticado, si te pegas un porrazo en el monopatín de tu hijo o andas practicando deportes de riesgo a los 50, o te caíste de tu jetski, o te agarran las amigas de María en medio de un remanso y yo estoy cerca, puedo hacer algo por vos. ¡Sábelo!

Y basta por hoy porque ¡estoy tapado de laburo!, ¡hasta la manos con el laburo!, ¡ahogado en el laburo!, ¡asfixiado de laburo!. Que a mi no me salva ni Cristo.

Miren este espectacular sitio de tapas horribles de discos, puntualmente la genialidad del diseñadorismo gráfico en la de “The Best of Wayne Newton”.

jueves, 18 de febrero de 2010

¡ Abyecto país trasandino abduce a famoso webloguero: Episodio 4 !


Palo No se que hago con este trajecito de azafata y algo me esta inquietando. Sobre todo cuando me doy cuenta que me llamo María Belén, que tengo la voz aflautada,  un par de senos, cabello rubio, silueta de largas curvas y el inocente aspecto de "Campanita" pero semiadulta. Tampoco reconozco el lugar, pero el olor a azufre me da una mala sensación y me avisa de que la cosa viene medio mal parida. Camino con miedito, como una dócil gacelita asustadiza, hacia una gran puerta de hierro forjado por un pasillo lleno de supurantes lavas candentes a ambos costados y transpiro, mucho. Demasiado.

Andar con estos "stilettos" me cuesta y las medias con encaje negro y las ligas me incomodan, no se que pasa pero me siento raro...digo...¿rara?..digo... raro.. si ...raro.

Un chirrido ensordecedor me alerta de que la puerta se esta abriendo. Puedo ver una mesa redonda y allí sentados, en sillas de huesos humanos, la Gran Corte Infernal.

Ahí están Astaroth, Eurinomo, Ganga-Gramma (que nada tiene que ver con la tía Ganga Ngueeeeee), Belzebuth, el salvaje Fleurety y Leviathan, quien grita infernalmente escupiendo fuegos por su boca "¡Chanchooooo!".

Pregunto con voz temblorosa: "Ay...¡Chi...cos! Per...donen que interrumpa su partida de chan...cho pero...¿que hago yo aqui? ¿Alguien me puede decir? ¿porfis? ¿si? ¿eh?". A lo que Fleurety responde que era la participante elegida para el Taller de Orientación Sexual Infernal que constaba de zoofilia, sexo duro, fetichismo de látex y cuero, sexo tántrico, cremas, juguetes sexuales, prostitución, incesto, alargadores peneanos, pornografía y otras cochinadas como conejismo, sexo abstracto y mondongofilia principalmente.

Tengo miedo, me acurruco en el piso y lloro como una desconsolada Cenicienta que ha perdido su príncipe. Comienza a acercase Astaroth con esa carita de pervertidito amante de internet, los sitios pornos y adicto a las paginas de sexo online clavándome su mirada libidinosa por lo cual tiemblo y grito con voz de Heidi asustada. ¡¡¡ Abuelitoooooooo !!!!!

De pronto siento estamparse en mi mejilla un sopapo peso pesado y me deja ardiendo el cachete. Mi mujer me saca de la pesadilla. Abro los ojos, respiro y trato de ubicarme. Primero veo estrellitas, producto del chirlo, pero luego alcanzo a ver algunos quitasoles, arena, mar y el inconfundible grito marketinero de "¡¡Pai de limooooooooooon!! ¡¡Hay pai de limoooooooonnn!!".

Entonces me doy cuenta de que todavía estoy en esta verdadera pesadilla que es la tierra del "pai de limón", las "chalitas", el "barro luco" y la corta hombría naval de don Arturo Prat.

Recuperado, a medias del shock de yodo producido por ese asqueroso bicho envenenado llamado erizo (que el maître escondió en la picada para deshacerse de mi) despierto no se, después de dos días o algo así.

Intento incorporarme a la gran movida playera y voy derecho a inmolarme contra una ola de cinco metros y la paro con el pecho, como un hombre, bien, bien hombre debe hacerlo y sigo mar adentro.

Ya flotando me dejo llevar por las aguas saladas del Pacífico mientras veo a mi querida mujer, cerca de la orilla se apresta a dirigirse hacia mi posición. Pero la suerte de los siete mares, el capricho de Poseidón y la maldición de las sirenas de Jasón y los Argonautas le juega una mala pasada y le recuerda la condición de simple mortal cuando le estampa un "olazo" directo a la clavícula y la coloca en posición de buceo forzado, o sea, cabeza abajo, en medio de la densa maraña de espumas malignas y se la lleva hasta la orilla. Lo único que diviso de su cuerpo celestial  son sus dos piernas con los pies apuntando al cielo, pero dudo que este haciendo la vertical, es medio complejo el asunto, sobre todo en el mar.

Restaurada de aquel momento épico, sale a la superficie y escupe sal. Esta viva. Salió. Alivio.

Mas tarde estoy estoy dando clases notables de como superar las olas a mi heredera y a Santiago, un joven aprendiz de las viejas artes marineras que lucha con agallas, el embate "olistico" y cuya obsesión por las aguavivas lo mantienen alerta. Superamos las olas, cruzando la rompiente por abajo, clavándonos directamente al centro de su cuerpo y nos camuflamos con un grupo de lobos marinos.

Flotando, el agua nos mece de arriba hacia abajo, de adelante hacia atrás, la sensación es única, nirvánica, cósmica, solo nos cabe hacer la plancha, relajarnos y disfrutar. Claro, mi hija ya esta mas suelta luego del palazo que se dio el segundo día de playa, admito, por mi error de cálculo, cuando una ola me la secuestro de las manos para darle una biaba y cuyo resultado fue la peladura del hombro derecho y que casi me cuesta la vida a mi, al tener que dar las explicaciones correspondiente del caso, primero a la infante y luego a su madre.

Han pasado varios minutos mar adentro y el hidromasaje salado natural nos transporta a los placeres de la  Atlántida mientras el canto de las gaviotas nos regocijan el alma. Es cuando diviso entonces en la orilla, a nuestro camarada de viajes, Daniel, ingeniero pampeano de aspecto enigmático y padre de la criatura, o sea, de Santi; que observa atento a su pichón.

Tentado el ingeniero y previo estudio visual de las características y propiedades físicas del Pácifico ( no quiero mencionar el uso de la fórmula de Carrier – Greenspan) , comienza a introducirse mar adentro para aproximarse hacia nosotros.

Para, mira, escucha.

Esquiva una ola. Arremete contra otra. Su movimiento de cintura para evitar los cachiporrazos de agua despierta mi admiración. Rompe a la derecha, salta un paso atrás, levanta la guardia y esquiva en una finta impecable cada golpe directo que el mar le propone y va ganando metros hacia nuestra posición.

De repente, lo impensable. Una ola traicionera y criminal lo toma por sorpresa, se anticipa al movimiento defensivo del doble pugilístico de "Mano de Piedra" Duran y le aplica un “uppercut” directo al mentón que lo tira a la lona. Allí, indefenso y sin protección alguna, las aguas arremeten contra nuestro camarada y mediante el uso de reglas básicas de la física como presión, inercia, acción, reacción y movimiento ondulatorio, es sometido a un centrifugado salvaje y despiadado. Luego de unas, no se, seis "tumbaloyas" submarinas, el hombre se para y respira.

Madura el "knock out". Comienza el conteo de seguridad. Se mira las manos y cuenta sus dedos. Trata de reubicarse pero el mar es canalla y traicionero. Lo ataca por la espalda sin previo aviso y otra ola le salta al cuello como Martin Karadagian. Le aplica un llave doble paleta directa y sin anestesia al omoplato y lo derriba nuevamente a las profundidades hasta la sumisión total. Otra centrifugada con sello “Koh-i-noor” y la liberación llega al final. Las arenas húmedas reciben lo que queda del ingeniero, esta vez, camuflado en la figura golpeada y desordenada de Tom Hanks (en el náufrago) y sin Wilson, su esférico amigo.

La sucursal del infierno, por fin, había cerrado.

Han pasado dos plácidas horas en estas agresivas playas iquiqueñas y la masa se mueve como un maldito hormiguero. Pibas rip Curl, pelados surfers, ancianos siesteros y perritos de caricatura insoportablemente candidatos al envenenamiento anónimo convergen en estos rincones, eso sin mencionar a todos esos jujeños que uno no quiere ver y se los tropieza en Chile.

De repente, siento ese zumbido, de nuevo, el del sentido arácnido, me pongo alerta. Caminando sin rumbo veo un local de corta edad, de rumbo incierto, dubitativo y calzado en un short rojo llamarada. Su mirada recorre 360° y percibo cara de preocupación inocente e infantil. Inmediatamente surgen mis ávidos conocimientos en “Ayuda al Prójimo II” y mi notable experiencia adquirida en "Missing Children" y procedo a dirigirme al niño para que me informe de su precaria situación.

El pibe esta mas perdido que el Racing Club de Avellaneda. Esta mas cerca del descenso que de la pastafrola.

Aplico entonces la táctica N° 325 aprendida en el Curso de Reposición de Menores Extraviados en Playas a Padres Descuidados que básicamente consiste de entregar al pequeño directamente a la autoridad pertinente, en este caso, al guardavidas de la zona.

Inmediatamente el infante es detenido y llevado hasta la torre vigía a unos cuantos metros del lugar.

Mientras se lo llevan, "el Alan" (así se llamaba el niño) mira con cara de desesperación hacia los cuatro puntos cardinales en busca del manto piadoso y protector de sus congéneres sin éxito. La tristeza nubla sus pequeños ojos trasandinos y no hay "manjar" que endulce su alma. El niño esta mas solo que Rick Schroder en "The Earthling".

Pero mi actitud de profesionalismo no me deja tranquilo y  miro alrededor. Dicho y hecho. Ningún padre puede entregarse a los avatares del mar tranquilamente si pierde a su hijo. Es así que veo un grupo de personas adultas, también con rumbo esquivo e impredecible, andar como trompos descontrolados y diciendo "¡El Alan no esta!", "¡El Alan no esta!", por lo que me acerco, describo al mocoso y les doy la posta del paradero.

Una vez mas, este fiel servidor de la sociedad - cualquiera y sin distinción de raza o nacionalidad - actúa en defensa de los desprotegidos (por no decir descuidados y abrebocas padres) llevando la felicidad, gratuita y sin I.V.A., a toda una familia desesperada.

Miro el horizonte lejano y el sol enciende el cielo como en un cuento de hadas. Voy comprendiendo que la supervivencia en este territorio desértico y primitivo solo beneficias a los elegidos.

Entre ellos, quien suscribe esta humilde presente.

Hasta la próxima, mortales.

jueves, 11 de febrero de 2010

¡¡ Abyecto país trasandino abduce a famoso webloguero: Episodio 3 !!


Tsunami Como Favalli, el profesor de física de "El Eternauta", tengo que admitir que "parece que los refuerzos no vendrán nunca". Casi arrepentido de haberme embarcado en esta aventura al país trasandino, intente hacerle entender a mi mujer que este no era un buen lugar para andar gritando cosas como, por ejemplo, que somos argentinos, que las Malvinas son nuestras y que ahora vamos por el Canal de Beagle, por lo que solicito la cancelación de la misión lo antes posible. Pero mis informantes me dan a conocer que la patrona no andaba de muy buen humor porque no encontraba las vidrieras del sector por lo que inmediatamente rechazo el pedido, argumentando que  "este perejil me traslada a 1000 km de la civilización por medio del desierto y ahora quiere dar marcha atrás. ¡Que se vaya haciendo mas hombrecito! Así termina con sus botarateadas con eso del internet, el bloccito y todas esas chiquilinadas".

Había pensando en huir hacia la zona portuaria, negociar mis escasos dólares para la compra de una plaza en uno de esos contenedores en el puerto y viajar clandestinamente como un refugiado hasta San Salvador de Jujuy. Luego me percate de que iba a ser complicado que el buque llegase a destino. Por lo tanto, debo enfrentar mi martirologio con la mayor hombría posible; esto consiste básicamente en hacerle caso. Mientras, mi crónica debe continuar, camino, escucho y observo, lo que no me gusta. claro.

La convivencia dentro del campamento resulta extrañamente pacifica. La mayoría femenina, nuevamente da un zarpazo a la escases de masculinidad, pero con mis  casi dos metros de extrema virilidad, es mas que suficiente para calmar las histéricas reacciones femeninas como la perdida de rubor o quita esmaltes, la falta de toallas limpias y perfumadas o la escasez de Ibuevanol.

Luego de haber realizado el correspondiente "piedra, papel o tijera" y repartido ordenadamente los turnos para la ducha, quedamos todos preparados para afrontar la salida nocturna.

Recorremos las calles de Iquique, siempre en grupo y para sorpresa de todos, es notable como el numero de pajarracos alados crece en las copas de las palmeras de utilería al mismo tiempo que lanzan un espantoso graznido digno de un broncoaspirado. El resto todo normal, negocios, algunos cerrados, otros abiertos, autos, gente caminando, mirando, conociendo.

Lo que puedo observar es un sistema feudal que marca notablemente las diferencias sociales resultando esto en una escueta gastronomía cuyo macabro resultado es la no existencia de fondas y comederos para la clase media donde, que se yo, por veinte mangos de sirven una ensalada rusa con bife  de cebú con papas fritas o unos buenos canelones a la cuatro quesos, con flan regado con tinto de la casa o Coca cola de la buena y todavía te sobra para la propina, el taxi y un par de piscos sours. Aquí el panorama gastronómico se divide en "In/Out", "ricos/pobres", "Salchipapas de la esquina / Cantaba la Rana".-

Seguimos recorriendo la noche. No se, cuadras, muchas y a pie, casitas de maderas, muchas, algunas con cierto olorcito a humedad, gente, medio rara pero gente. Autos, en cantidad también, ninguno igual y con sus acostumbradas cuatro ruedas. Marcas desconocidas absolutamente por mi persona. Hummers, por doquier. En fin, nada de otro mundo que no sea digno de civilidad y modernismo, salvo cuando detecto  unos extraños cartelitos donde se nos alerta hacia donde debemos correr en caso de ser victimas de un Tsunami. No pude contener una brutal carcajada  que recorre inmediatamente la soledad del cosmo iquiqueño, ante fatal y diseño. Seguramente el padre del diseñadorismo grafico local tuvo algún problema con su photoshop trucho e ilegal "downlodeado" del internet, no termino el curso básico de actividades practicas y las cosas no le salieron muy, muy bien que digamos, ya que extrañamente la flecha nos indica que debemos correr hacia las olas, algo verdaderamente suicida, estúpido y muy poco inteligente. En fin. Detalles de diseño.

Llegados al Paseo Baquedano, el panorama cambia. Una horda de pequeños personajes semisalvajes vestidos con atuendos llamativos (o lo que queda de ellos)  venden collares, aros, adornos, carteritas y otras artesanías manuales a precio dólar. Me llama la atención algunas botellitas pintadas a mano, un grupito de muñequitos vudú postmodernos y las tuqueras, objeto con calidad de símbolo mundial para usos ilegales. Esta extraña tribu urbana se mezcla notablemente con los pseudoturistas que pasean por allí. De pronto se cruza un pelado, tatuado y con cara de asesino serial intentando regalar una flor de papel crepe a una integrante del grupo. Esconde algo siniestro. Lo siento. Estoy casi seguro. Dicho y hecho. Cuando sonríe, un diente plateado deja escapar un brillo metálico de su boca.

Me da un poco de "cuiqui" y rápidamente nuestro guía intelectual nos oculta en un bar llamado "Canto de Mar", el rincón del pisco sour mas famoso de la zona.

Ya ubicados y con vista principal hacia el centro de la Plaza General Arturo Prat (porque en Iquique todo es General Prat, el máximo héroe naval chileno que no le fue muy, muy  bien que digamos en la Batalla de Iquique ya que a la hora de saltar del "Esmeralda" para tomar el barco enemigo, su grito de "¡Al Abordaje, muchachos!" fue escuchado solo por el Sargento Juan de Dios Aldea, así que imagínense el resto de la historia que termino con un par de tiros.) nos entregamos a los placeres insospechados que esconde la bebida tradicional peruana adoptada por chile después de la conquista, el pisco.

Pedro, el cordial maître de la casa se encarga entonces de recibir nuestros pedidos ofreciéndonos además, alguna entradita, algún aperitivo masticable, un bocadillo sutil para degustar en composición con el trago ya pedido y fomentar así la sed.

Mientras esperamos, veo a un grupo de pobres pasajeros que aguardan, en vano, la marcha de un tranvía de madera cuyo maquinista pareciera haberse tomado el día. Ahí están. Sentados, con la mirada perdida en la nada misma, insertos en un mundo ausente, como grandes estatuas vivientes esperando, no se, moverse, trasladarse, algo, mientras avispados turistas les sacan fotos y mas fotos como si esto fuera parte de un espectáculo social gratuito de la zona.

Y al fin, Pedro nos entrega nuestros Piscos Sours. Mirando la copa a simple vista puedo decir que el trago presenta cierto color amarillento joven, bravo y fresco, bastante, con ciertas líneas alimonadas y una espumita mas que llamativa e hipnotizante. La copa esta como sudada por tal potencia, por lo que el trago me impresiona y algo me dice que debe ser digerido modestamente.

El bouquet es suave, acido y macanudo, con ciertas ondas ahuevadas proporcionada por las gotas de claras de huevos de ñandú pampeano, mezclado con cierta frescura marina y cierto parecido a alguna nafta, no se, me tira la Fangio XXI.

Ya en boca, la presencia contundente de los casi 40° de alcohol detalla a mis papilas gustativas y mi olfato que la cosa viene en serio. El destilado quema suavemente el interior de la garganta mientras la suavidad cítrica en combinación con el aterciopelamiento de la clara de huevo, calman el ardor.

Brindamos todos, como viejos camaradas de aventuras, tomamos, un trago, dos , tres y mientras el sopor y cierta  pesadez comienza a apoderarse de nosotros, Pedro, el maître chileno, nos trae, no se, como una picadita de mariscos cuyo nombre desconozco.

Hambriento y casi con ganas de apagar el infranqueable incendio ocasionado por el destilado, procedo entonces a hincar algo de la paila marina.

Creo estar estar desciendo a los infiernos. Es mas,  Belcebú abre la puerta, recibe mi saco y mi sombrero y me dice que pase. Allá voy a pagar todos mis pecados. Por un instante pienso en usar mi Kit de supervivencia (que básicamente consta de un sachet de agua y una pastilla de cianuro) para salir de aquel momento, pero desisto.

El erizo había pasado de mi lengua directamente al estómago sin ninguna compasión ni piedad. El sabor a barro orillero y estanco de dique o represa estaba en toda mi cavidad bucal y no había pisco que cure el momento. Me siento mal, comienzo a sudar. Tomo agua, mastico servilletas de plástico, le robo jugo de mango a mi hija, soda, sal, mostaza, mayonesa, pimienta, nuez moscada y nada. El asqueroso y repugnante amargo sabor de la traición marinera  comienza a hacer efecto en mi persona. Tiemblo, la vista se me nubla, balbuceo, intento contenerme pero es inevitable. El shock de yodo es inminente y el antídoto quedo en casa. Nada puedo hacer salvo despedirme de mis amados y mis amigos.

"Hasta la otra vida, compadres, ha sido un placer hasta este bocado" es lo ultimo que digo y cierro los ojos.

Había sido presa de la maldición de Simbad y las penurias de los siete mares, el erizo mortal.

lunes, 8 de febrero de 2010

Abyecto país trasandino abduce a famoso webloguero. Episodio 2


chmasach Extrañando mi opulento palacete céntrico forrado en mármol de Carrara con toques de lajas norteñas y unos que otros arreglos florales tomados clandestinamente de la Plaza Belgrano, voy recuperando el habla, la conciencia, la razón. Mis ojos algo pesados se anotician que estoy en un lugar extraño, desconocido, totalmente ajeno a mi. No se, pero algo así como el zumbido del sentido arácnido, me alerta que encontrar una buena parrillada con sus ensortijados chinchulines, un par de morenas morcillas sin arroz (¡válgame Dios!, ¿a quien se le ocurrió ponerle arroz? seguramente a algún inmigrante nipón) y unas buenas porciones de vacio y costillas iba a ser una tarea muy difícil de llevar a cabo.

Mi cuñada esta extrañamente calzada en una bikini. Lo mismo hace mi hija y le sigue mi mujer. Claro. La Playa. Iquique. Me vuelvo a desmayar abatido por la derrota, pero reacciono rápido, chupo sal y me incorporo para darle frente a esta batalla vacacional en la tierra del piure y el pastel de jaiba.

Salgo entonces enfundado con mi nueva Rip Curl verde flúor para camuflarme con el gentío, a hacer un reconocimiento del terreno y a informarme a que se dedican los nativos y siguiendo al grupo que se dirige salvajemente hacia la playa, como si nunca hubieran visto arena, mar, sal.

El sol pega bastante, como Abra Pampa, claro sin la playa que se encuentra, gracias a Dios, cerca de nuestro campamento. Las veredas son extrañas, bueno, en realidad tienen mas veredas que nosotros, tanta que los coches se estacionan sobre ellas.

El ambiente reseco, a pesar de estar a orillas del Pacifico, me produce sed, por lo que entro a una ¿despensa? a comprar agua denserio, producto liquido que por aquí escasea, según dicen las malas lenguas. Me veo obligado a entablar comunicación con un ciudadano local que viste graciosamente una musculosa blanca y un pantalón del Colo - Colo. Procedo a exigir - con educación pero con firmeza - que me proporcione, además del liquido embotellado, información general sobre el lugar.

El hombre comienza, en una extraña verborragia casi inentendible para el hijo no reconocido de la Real Academia Española, a explicar con su clásico orgullo patrio trasandino, que la ciudad consta de un casco viejo, uno mas moderno, que tienen dos playas, que aquí, que allá, que esto, aquello, que zutano, mengano y fulano. En un principio creí estar entendiendo mal (el acento chileno suena como un chicotazo extremadamente cerrado), pero luego de solicitar me repitiera lo antedicho un par de veces mas, pude ir sintonizando aquel extraño dialecto.

Me entrega el agua mineral "Mamiña" y cierra con un : "Son mil seiscientos pesos ¿ia?"

En un acto reflejo, se me cierra la glotis, mi corazón casi se para, le doy la orden cerebral a mis manos para que se muevan a la billetera pero estas hacen caso omiso. Un pasmo apoplético me invade y con solo pensar que debo desembolsar "mil seiscientos pesos", me asusta. Es el 50% de mi magro salario. Estornudo, toso, me atraganto, sudo frio y quiero llorar, pero de repente me doy cuenta de que estoy en Chile, el país de la moneda con muchos ceros, numerito nulo y casi esquivo que en Argentina lo venimos perdiendo a de tres, nos deja en la lona y nos sumerge en la dieta del fideo y el arroz por unos tres o cuatro años, mas o menos.

Me recupero de mi actitud infantil, tomo la billetera y saco unos de esos billetes dignos del "Estanciero" o del "Monopolio" y pago el producto. El paisano me entrega entonces algo así como dos quilos setecientos cincuenta y tres gramos en puras monedas chilenas, que aquí si abundan, valen y tienen y no como allá, que hay que andar asaltando encapuchado al golosinero de la puerta del colegio o a la monjita de la limosna dominical en alguna iglesia lejana para hacernos del vil metal.

Salgo corriendo como un púber turista aficionado, medio atontado por el suceso mientras el sonajero financiero da rienda suelta a un indisimulable compas de maracas a cada paso que doy.

El calor de Iquique me sofoca y en las copas de las escasas palmeras (creo que son artificiales e intentan engañarnos vilmente) los "chumucos" esperan a algún transeúnte desprevenido para, básicamente, cagarlos en el hombro o en la cabeza. Debo admitir que alguien del grupo fue untado con esa manteca de extraño aroma ictícola, pero no voy a dar nombre por razones de seguridad.

Ya en la playa, el espectáculo circense se abre paso entre la maraña del gentío. El obra maestra  gastronómica se inicia con un grito vehemente de "¡Chaaaa-parritas!", "¡Al rico mote con huesillos!", "¡Hay cuchufli, barquillo!. ¡Delicioso el barquillo!" y "¡Palmeritas, Corbatitas!". No pude ocultar mi asombro al imaginarme que tipo de ser vivo se le ocurre ir a la playa a comprar una corbata. Si ves alguno con camisa, avisenmen. Claro luego descubriría que parte de la monodieta de turistas estaba basada en aquel pedazo de disco tarta totalmente disimulado en un corte longitudinal de unos seis centímetros de ancho por unos casi treinta, adornados con un extraño rombo y algunos pliegues, todo esto frito y edulcorado con vaya uno a saber que cosa dulce de aquí.

Sobrevivir en la playa iquiqueña es como intentar comunicarse con un tailandés ebrio. El rookie playero se ve obligado a hacer las típicas preguntas papanatas dignas de un tierno niñito de 4 o 5 añitos introduciéndose en los caminos del existencialismo. "¿Que son las corbatitas?" "¿De que son las chaparritas o que tienen?"."¿Y el huesillo con mote?" mientras el vendedor nos mira con una cara poco piadosa que apenas puede esconder el sarcasmo irreversible y atina a esputarnos verbalmente "¿De donde son?"

Dos horas después y luego de la ingesta de casi dos kilos de "corbatitas" no puedo moverme y me arrastro hasta el mar. El agua esta salada. Mucho.

Ya me habían advertido algunos maricastañuelas lloroncitos hijitos de mamita y adictos a la crema de enjuague y las Cosmopolitan, que el agua era re fría, uy, uy, uy, no te podes ni meter, ay, ay, ay, es re helada y otras tantas pajaronadas maricarmencitas. Gracias a mi entrenamiento militar en el polo sur ( que consistía en nadar desnudo y solo provisto de una cortaplumas de supervivencia, hasta el casco polar y pasar allí tres semanas alimentándome de la fauna local) soporte sin mayores inconvenientes un buen chapuzón salvo por esa olita que no pude dominar, me pego un par de vueltas debajo del agua, hizo lo que quiso conmigo para luego arrojarme en la orilla.

Algunos moretones después, el sol ya se ponía. Era hora de retornar a la cueva. La noche caería y las fieras saldrían a alimentarse aprovechando la oscuridad.

Había pasado el primer día en este terreno hostil y poco amigable.

Era hora de rearmarse para la noche.

Cambio y fuera.

viernes, 5 de febrero de 2010

" Abyecto país trasandino abduce a famoso webloguero. Episodio 1 "


"Mira la cosa es así. Vamos a arrancar el 2010 con otras perspectivas. Quiero decir que ya me canse de verte todo el día en la pc, verte escribir pavadas personales poco importante, mirar videítos ridículos en Youtube o como carajo se llame esa cosa de porquería apto solo para ociosos, papanatear con el "bloc", el "feisbuc" y toda esa sarta virtual. Si queres seguir viviendo en esta casa vas a tener que escribir denserio, o sea quebrarte los dedos en una Remington de 1875, sin la ayuda de esas porquería de "cortar" y  "pegar", con una buena cantidad de palabras, o sea escribir como hombre de verdad y algo realmente importante que por lo menos, a mi, me llame la atención", fue el mensaje claro y fuerte con la que mi cónyuge me advertía que debía improvisar inmediatamente unas vacaciones para relajarnos.
Claro, no dude en alzar mi hombría erudita y algo agreste para retrucarle que "aquí el único merecedor de una Remington es Steele, porque tiene temple de acero. Y nos vamos a las aguas termales de Caimancito quince dias. Y aquí se acaba la discusión".
El asunto la inquieto bastante así que pim, que pam, que esto y lo otro, un par de señaladas con el índice derecho, algunos momentos tensos de ceños fruncidos y otras señales visuales de enemistad, mi mujer menciona tres palabras: "Mi amor: Iquique".
No pude evitar lanzar una risotada bestial, llena de sarcasmo mezclada de pánico y le recordé que ahora estoy tomando esa pastillita para la hipertensión así que no estaba muy, muy en condiciones para hacerlo.
Seguimos negociando en Yala, un verdadero paisaje donde la flora abruma a la vista, aunque llueve mucho y algún rio capaz te lleva envuelto de piedras y barro. En Tumbaya, magnifico paraje puerta de la quebrada, patrimonio de la humanidad. Elevo la apuesta en Purmamarca, tierra del cerro de siete colores aunque yo solo pude contarles cinco. Susques, paradisiaco lugar puneño donde la llama te escupe sin previo aviso, Jama, donde se acaba mi seguridad personal, jurídica y legal para entregarme a las costumbres y leyes ajenas a mi crianza argenta (o zona de casi detención de mi cuñada atemporal por portación de nerviosismo migratorio). San Pedro de Atacama, un pueblucho fronterizo en medio de la nada donde se esconden los zurditos "shilenos" que escapan del sistema facho ahora electo. Calama, Tocopilla y lo que es peor, un gigantesco cartel que dice "Iquique" y a su lado "40 km". Esto me da la idea del rotundo y absoluto fracaso de mis negociaciones.
Me percato que no estoy solo en esta travesía y que me acompaña un amante del carnaval y una odiante del mismo. Mas atrás viene otra familia, de amigos, que vienen de La Pampa. (Un lugar relativamente lejos y donde básicamente no hay mucho para ver. Bah, hay pampa. O sea, nada. Y lo peor de todo que cuando llegas a algún lado, todo es igual. O sea, no hay nada. Bueno, si hay vizcachas, cuis, coypos y otras variedades de ratas que, claro, te la venden en escabeches. Ah, me olvidaba, tienen a Santa Rosa que es propietaria de esa tormenta famosa. Ah ah, y también tienen muchos molinos de vientos para contarlos durante el viaje, o vacas para insultarlas).
Durante la aproximación a Iquique puedo opservar con temor un cartel, colgado de un extenso alambre púa que reza "Zona Militar. No detenerse en los próximos 20 km", Luego este otro " Polígono de tiro aéreo. No detenerse". Me incomodo y empiezo a sudar mis manos. Trato de no entrar en pánico y tomo firme el volante. Y ahí va otro mas "No mire al costado. Siga derecho" y este ultimo que termina por subir mi presión, "Polígono de Tiro Aéreo. Si esplota un auto "al tiro", no se detenga huevon." Se me baja el azúcar, me siento algo confuso y mareado. De pronto, en el horizonte me parece ver una lata gigantesca de Coca-Cola. Rezo, siento estar inmerso en el cuento de Alicia en el País Trasandino y mis ojos no dan crédito a lo que ven. Las dimensiones de la lata me confunden, no se si estoy desvariando o estoy bajo el efecto de un poderosa droga alucinógena que mi mujer incorporo al mate cebado, pero la percepción es confusa. Es mas, la lata esta abierta. No puedo hablar. Me falta el aire. Para colmo mi hija me atormenta con "Día Especial" de “Chakira”. Pierdo el conocimiento y procedo a desvanecerme, sin el consentimiento de mi mujer, con el solo imaginarme que horrible bestia o tipo de morlock trasandino puede beber de tremenda lata.
Solo me cabe recordar que esto es solo el principio de algo que recién comienza y que dista mucho de terminar porque denserio recién empieza y ni las  leyes de extradición me pueden salvar.