jueves, 18 de febrero de 2010

¡ Abyecto país trasandino abduce a famoso webloguero: Episodio 4 !


Palo No se que hago con este trajecito de azafata y algo me esta inquietando. Sobre todo cuando me doy cuenta que me llamo María Belén, que tengo la voz aflautada,  un par de senos, cabello rubio, silueta de largas curvas y el inocente aspecto de "Campanita" pero semiadulta. Tampoco reconozco el lugar, pero el olor a azufre me da una mala sensación y me avisa de que la cosa viene medio mal parida. Camino con miedito, como una dócil gacelita asustadiza, hacia una gran puerta de hierro forjado por un pasillo lleno de supurantes lavas candentes a ambos costados y transpiro, mucho. Demasiado.

Andar con estos "stilettos" me cuesta y las medias con encaje negro y las ligas me incomodan, no se que pasa pero me siento raro...digo...¿rara?..digo... raro.. si ...raro.

Un chirrido ensordecedor me alerta de que la puerta se esta abriendo. Puedo ver una mesa redonda y allí sentados, en sillas de huesos humanos, la Gran Corte Infernal.

Ahí están Astaroth, Eurinomo, Ganga-Gramma (que nada tiene que ver con la tía Ganga Ngueeeeee), Belzebuth, el salvaje Fleurety y Leviathan, quien grita infernalmente escupiendo fuegos por su boca "¡Chanchooooo!".

Pregunto con voz temblorosa: "Ay...¡Chi...cos! Per...donen que interrumpa su partida de chan...cho pero...¿que hago yo aqui? ¿Alguien me puede decir? ¿porfis? ¿si? ¿eh?". A lo que Fleurety responde que era la participante elegida para el Taller de Orientación Sexual Infernal que constaba de zoofilia, sexo duro, fetichismo de látex y cuero, sexo tántrico, cremas, juguetes sexuales, prostitución, incesto, alargadores peneanos, pornografía y otras cochinadas como conejismo, sexo abstracto y mondongofilia principalmente.

Tengo miedo, me acurruco en el piso y lloro como una desconsolada Cenicienta que ha perdido su príncipe. Comienza a acercase Astaroth con esa carita de pervertidito amante de internet, los sitios pornos y adicto a las paginas de sexo online clavándome su mirada libidinosa por lo cual tiemblo y grito con voz de Heidi asustada. ¡¡¡ Abuelitoooooooo !!!!!

De pronto siento estamparse en mi mejilla un sopapo peso pesado y me deja ardiendo el cachete. Mi mujer me saca de la pesadilla. Abro los ojos, respiro y trato de ubicarme. Primero veo estrellitas, producto del chirlo, pero luego alcanzo a ver algunos quitasoles, arena, mar y el inconfundible grito marketinero de "¡¡Pai de limooooooooooon!! ¡¡Hay pai de limoooooooonnn!!".

Entonces me doy cuenta de que todavía estoy en esta verdadera pesadilla que es la tierra del "pai de limón", las "chalitas", el "barro luco" y la corta hombría naval de don Arturo Prat.

Recuperado, a medias del shock de yodo producido por ese asqueroso bicho envenenado llamado erizo (que el maître escondió en la picada para deshacerse de mi) despierto no se, después de dos días o algo así.

Intento incorporarme a la gran movida playera y voy derecho a inmolarme contra una ola de cinco metros y la paro con el pecho, como un hombre, bien, bien hombre debe hacerlo y sigo mar adentro.

Ya flotando me dejo llevar por las aguas saladas del Pacífico mientras veo a mi querida mujer, cerca de la orilla se apresta a dirigirse hacia mi posición. Pero la suerte de los siete mares, el capricho de Poseidón y la maldición de las sirenas de Jasón y los Argonautas le juega una mala pasada y le recuerda la condición de simple mortal cuando le estampa un "olazo" directo a la clavícula y la coloca en posición de buceo forzado, o sea, cabeza abajo, en medio de la densa maraña de espumas malignas y se la lleva hasta la orilla. Lo único que diviso de su cuerpo celestial  son sus dos piernas con los pies apuntando al cielo, pero dudo que este haciendo la vertical, es medio complejo el asunto, sobre todo en el mar.

Restaurada de aquel momento épico, sale a la superficie y escupe sal. Esta viva. Salió. Alivio.

Mas tarde estoy estoy dando clases notables de como superar las olas a mi heredera y a Santiago, un joven aprendiz de las viejas artes marineras que lucha con agallas, el embate "olistico" y cuya obsesión por las aguavivas lo mantienen alerta. Superamos las olas, cruzando la rompiente por abajo, clavándonos directamente al centro de su cuerpo y nos camuflamos con un grupo de lobos marinos.

Flotando, el agua nos mece de arriba hacia abajo, de adelante hacia atrás, la sensación es única, nirvánica, cósmica, solo nos cabe hacer la plancha, relajarnos y disfrutar. Claro, mi hija ya esta mas suelta luego del palazo que se dio el segundo día de playa, admito, por mi error de cálculo, cuando una ola me la secuestro de las manos para darle una biaba y cuyo resultado fue la peladura del hombro derecho y que casi me cuesta la vida a mi, al tener que dar las explicaciones correspondiente del caso, primero a la infante y luego a su madre.

Han pasado varios minutos mar adentro y el hidromasaje salado natural nos transporta a los placeres de la  Atlántida mientras el canto de las gaviotas nos regocijan el alma. Es cuando diviso entonces en la orilla, a nuestro camarada de viajes, Daniel, ingeniero pampeano de aspecto enigmático y padre de la criatura, o sea, de Santi; que observa atento a su pichón.

Tentado el ingeniero y previo estudio visual de las características y propiedades físicas del Pácifico ( no quiero mencionar el uso de la fórmula de Carrier – Greenspan) , comienza a introducirse mar adentro para aproximarse hacia nosotros.

Para, mira, escucha.

Esquiva una ola. Arremete contra otra. Su movimiento de cintura para evitar los cachiporrazos de agua despierta mi admiración. Rompe a la derecha, salta un paso atrás, levanta la guardia y esquiva en una finta impecable cada golpe directo que el mar le propone y va ganando metros hacia nuestra posición.

De repente, lo impensable. Una ola traicionera y criminal lo toma por sorpresa, se anticipa al movimiento defensivo del doble pugilístico de "Mano de Piedra" Duran y le aplica un “uppercut” directo al mentón que lo tira a la lona. Allí, indefenso y sin protección alguna, las aguas arremeten contra nuestro camarada y mediante el uso de reglas básicas de la física como presión, inercia, acción, reacción y movimiento ondulatorio, es sometido a un centrifugado salvaje y despiadado. Luego de unas, no se, seis "tumbaloyas" submarinas, el hombre se para y respira.

Madura el "knock out". Comienza el conteo de seguridad. Se mira las manos y cuenta sus dedos. Trata de reubicarse pero el mar es canalla y traicionero. Lo ataca por la espalda sin previo aviso y otra ola le salta al cuello como Martin Karadagian. Le aplica un llave doble paleta directa y sin anestesia al omoplato y lo derriba nuevamente a las profundidades hasta la sumisión total. Otra centrifugada con sello “Koh-i-noor” y la liberación llega al final. Las arenas húmedas reciben lo que queda del ingeniero, esta vez, camuflado en la figura golpeada y desordenada de Tom Hanks (en el náufrago) y sin Wilson, su esférico amigo.

La sucursal del infierno, por fin, había cerrado.

Han pasado dos plácidas horas en estas agresivas playas iquiqueñas y la masa se mueve como un maldito hormiguero. Pibas rip Curl, pelados surfers, ancianos siesteros y perritos de caricatura insoportablemente candidatos al envenenamiento anónimo convergen en estos rincones, eso sin mencionar a todos esos jujeños que uno no quiere ver y se los tropieza en Chile.

De repente, siento ese zumbido, de nuevo, el del sentido arácnido, me pongo alerta. Caminando sin rumbo veo un local de corta edad, de rumbo incierto, dubitativo y calzado en un short rojo llamarada. Su mirada recorre 360° y percibo cara de preocupación inocente e infantil. Inmediatamente surgen mis ávidos conocimientos en “Ayuda al Prójimo II” y mi notable experiencia adquirida en "Missing Children" y procedo a dirigirme al niño para que me informe de su precaria situación.

El pibe esta mas perdido que el Racing Club de Avellaneda. Esta mas cerca del descenso que de la pastafrola.

Aplico entonces la táctica N° 325 aprendida en el Curso de Reposición de Menores Extraviados en Playas a Padres Descuidados que básicamente consiste de entregar al pequeño directamente a la autoridad pertinente, en este caso, al guardavidas de la zona.

Inmediatamente el infante es detenido y llevado hasta la torre vigía a unos cuantos metros del lugar.

Mientras se lo llevan, "el Alan" (así se llamaba el niño) mira con cara de desesperación hacia los cuatro puntos cardinales en busca del manto piadoso y protector de sus congéneres sin éxito. La tristeza nubla sus pequeños ojos trasandinos y no hay "manjar" que endulce su alma. El niño esta mas solo que Rick Schroder en "The Earthling".

Pero mi actitud de profesionalismo no me deja tranquilo y  miro alrededor. Dicho y hecho. Ningún padre puede entregarse a los avatares del mar tranquilamente si pierde a su hijo. Es así que veo un grupo de personas adultas, también con rumbo esquivo e impredecible, andar como trompos descontrolados y diciendo "¡El Alan no esta!", "¡El Alan no esta!", por lo que me acerco, describo al mocoso y les doy la posta del paradero.

Una vez mas, este fiel servidor de la sociedad - cualquiera y sin distinción de raza o nacionalidad - actúa en defensa de los desprotegidos (por no decir descuidados y abrebocas padres) llevando la felicidad, gratuita y sin I.V.A., a toda una familia desesperada.

Miro el horizonte lejano y el sol enciende el cielo como en un cuento de hadas. Voy comprendiendo que la supervivencia en este territorio desértico y primitivo solo beneficias a los elegidos.

Entre ellos, quien suscribe esta humilde presente.

Hasta la próxima, mortales.

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