jueves, 16 de diciembre de 2004

Bajo Presion


La suave, delicada y desapercibida fragilidad de la condicion de ser humano se presenta a mi puerta tocandola, llamando, pidiendo ser atendida mientras el ingles David Bowie acompaña a Freddie Mercury con sus acordes magicos de buena musica me invitan a mirarme en el espejo.
Puede que en estos momentos quiera o no atenderla. Es un vaiven, un viaje de idas y vueltas. Quizas no sea lo que pense que fuera en un momento.
Veo pasar por la ventana a los deberes, algunas obligaciones y mezclados con ellos ciertas responsabilidades, todas juntas rodando y mezclandose en una polvareda oscura y aburrida dentro de vagon de tren. Un tren de carga que viaja a cualquier destino repitiendo a diario los mismos recorridos, las mismas rutas. Pesado y veloz, la masa mecanica, con sus poderosos hierros viaja, a veces controlada, otras no. Lo veo. Lo siento. Lo percibo. Lo vivo.
Las vibraciones de su pasar hacen temblar los vidrios de mi alma transformada en una ventana de humedos cristales de lluvia recien caida.
Bajo presion va la gente. Bajo presion voy. Quizas sea un producto de mi imaginacion que me juega una mala pasada. La invento o no, la imagino o no, es realidad o no. No me interesa ahora armar este descabellado rompecabezas de varias piezas cuando una de ellas, quizas la mas importante, se ha perdido.
Pasa entonces que al mismo tiempo del pasar del tren, una herculea, pero a la vez suave, mano gigante baja de algun lado, siento como se posa por unos instantes, quizas unas horas o tal vez unos dias, sobre de mi, haciendome debil, mostrandome lo fragil que soy, la nada vacia que me rodea, que me llena o me invade.
Bajo presion.
La locura se rie bajo la presion. Trato de abrir los ojos para escabullirme, pero me resulta dificil sobre todo cuando la locura se divierte. Trato de hablar o de alguna manera contar lo que esta pasando, lo que estoy viendo, pero no sirve de nada. La gente escucha, pero no aprende o no entiende lo que pasa. De la unica manera que pueden comprenderlo es viviendolo, sientiendolo. Tienen que descubrirlo por ellos mismos. El resto es inutil.
Es una dulce situacion. Tan dulce como el nectar de una flor en las palmas de mi mano, pues la responsabilidad de ser humano es exactamente igual y puede reventar en un movimiento torpe de la misma manera que rompemos una copa de cristal. La fragilidad te invita a volar, a querer despegar del cuerpo en busca de la libertad del viento. Suele pasar que el manto negro del vivir me empieza a cubrir en una mezcla de confusion o desavenencia.
Bajo la misma presion, la realidad voltea la puerta, si llamar, sin pedir permiso, abre sus ojos y me mira pero le digo que no necesito compasion solo tiempo.
Un tiempo de Jueves por la mañana.

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