La ruta se habia transformado en una guia imperfecta infinita en aquel entonces de mi destino caminante entre los sauces verdes, que lloraban las penas quebradeñas.
Mi mochila estaba algo sucia, amarronada por el polvo levantado por ese clasico viento sur/norte que comienza como un gran reloj ingles a las 13 horas.
Fuerte, inconstante, refrescante y asfixiante por momentos, un amigo de estas tierras que me lleva a favor de un buen sendero.
Estaba decidido a descansar un momento, era necesario, hacia falta calentar el paladar a orillas del camino.
Baje de mis espaldas la vieja mochila Montagne que aun conserva su espiritu de aventuras y se digna a soportar las viejas cargas de utensilios, colchonetas, mi "casa" de tela y aluminio y la muda de ropa. Estaba algo agotada de ser la caja de pandora, la cajita feliz, mi cajita feliz, pero no se resignaba al horizonte y a seguir la linea infinita de aquellas intensas carreras cumplia su deber.
Arme el calentador y puse agua a hervir agua para saborear un te de hebras, para llenarme de todo su sabor y desparramar a los cuatro vientos su reconfortante aroma.
Las tolas, las piedras, lajas y cardones, colores y sabores.
Encontre entonces aquel "descanso", ese lugar que al costado de la ruta y una extraña y poderosa rafaga de energia me decia algo, me marcaba, me tocaba.
Increiblemente se abren dimensiones, se rompen puertas, se cruzan vidas, las almas aparecen y no hay limites. Nada se interpone entre el cielo y la tierra. Se transforma el momento, se paralizan los segundos y el tiempo deja de transcurrir.
Alli algo habia pasado, algo se fue, alguien dejo este camino para ir a otro lugar.
El "descanso" marcado con una cruz, adornado con flores, a veces reales y otras artificiales, con el nombre marcado con pintura blanca o con clavos conmemoraba una desaparicion, una muerte.
Aqui o en cualquier lado.
Alli, justo donde esta aquella marca, la vida de alguien fue interrumpida, de manera insospechada, repentina. Un accidente, insolacion o descompostura, algun berrinche.
Y ese hecho cambio la vida de una persona y de las de otros.
El viento estaba soplando lento y calmo y algunas calandrias revoloteaban entre los pajonales de "colas de zorro" y totoras.
Fresco y lleno de aromas norteños, el aire penetraba mis entrañas como un fantasma reanimando mis celulas caminantes.
La energica y misteriosa esencia de la tierra volviendose vida, llevando muerte, trayendo luces, proyectando sombras.
Me resulta casi imposible sentir.
El "Descanso".
Mi propia vida habia trazado caminos diferentes.
Antes de cumplir los 20 años habia muerto mil veces para renacer de nuevo.
De a poco fui sintiendo, observando, recorriendo los "descansos" propios que mi pasado, en su camino, habia colocado para recordar aquellos fragmentos en los cuales tuve que abandonar, para continuar, los malos tragos, los fragiles momentos.
Pude hacer el descanso para ver donde estaban marcadas "las muertes chiquitas", aquellas sutiles situaciones que uno debe enterrar, dar la espalda, para poder continuar.
Y tambien las "muertes grandotas" aquellas que lastiman, que hieren, que duelen aun despues de cicatrizar como una vieja herida de bala en el soldado luego de años de aquel combate.
Estaban marcadas al costado de mi ruta, las cruces de los caminos no tomados, las de aquellas interrupciones abruptas, las emboscadas, los desencantos, las desilusiones, algunas fuertes traiciones y hasta la misma muerte.
Debia recordarlos, pero al mismo tiempo olvidarlos. Sonaba extraña aquella premisa, pero debia ser asi.
¿Donde estan las cruces?
¿Donde estan los lugares que hay que bendecir y aquellos que hay que llorar?
¿Los que debo sepultar para dejarlos ir sueltos al viento?
Dar "descanso" a mis secretos, mis intuiciones, que se dirigian a algun lugar pero que nunca llegaron a el.
Recordarlos.
Olvidarlos
Perdonarlos.
Dejarlos ir.
Tenia marcados los lugares de la muerte, los momentos rincones oscuros de mi vida, pero se habian transformado.
"Descanso" unos minutos con mi te en mano, apoyado en la mochila, sintiendo la tierra resecarme la piel.
Sentirlo.
Sentir.
Que uno vive.
Vivo.
Yo.
Los "descansos" de mi vida
Mi mochila estaba algo sucia, amarronada por el polvo levantado por ese clasico viento sur/norte que comienza como un gran reloj ingles a las 13 horas.
Fuerte, inconstante, refrescante y asfixiante por momentos, un amigo de estas tierras que me lleva a favor de un buen sendero.
Estaba decidido a descansar un momento, era necesario, hacia falta calentar el paladar a orillas del camino.
Baje de mis espaldas la vieja mochila Montagne que aun conserva su espiritu de aventuras y se digna a soportar las viejas cargas de utensilios, colchonetas, mi "casa" de tela y aluminio y la muda de ropa. Estaba algo agotada de ser la caja de pandora, la cajita feliz, mi cajita feliz, pero no se resignaba al horizonte y a seguir la linea infinita de aquellas intensas carreras cumplia su deber.
Arme el calentador y puse agua a hervir agua para saborear un te de hebras, para llenarme de todo su sabor y desparramar a los cuatro vientos su reconfortante aroma.
Las tolas, las piedras, lajas y cardones, colores y sabores.
Encontre entonces aquel "descanso", ese lugar que al costado de la ruta y una extraña y poderosa rafaga de energia me decia algo, me marcaba, me tocaba.
Increiblemente se abren dimensiones, se rompen puertas, se cruzan vidas, las almas aparecen y no hay limites. Nada se interpone entre el cielo y la tierra. Se transforma el momento, se paralizan los segundos y el tiempo deja de transcurrir.
Alli algo habia pasado, algo se fue, alguien dejo este camino para ir a otro lugar.
El "descanso" marcado con una cruz, adornado con flores, a veces reales y otras artificiales, con el nombre marcado con pintura blanca o con clavos conmemoraba una desaparicion, una muerte.
Aqui o en cualquier lado.
Alli, justo donde esta aquella marca, la vida de alguien fue interrumpida, de manera insospechada, repentina. Un accidente, insolacion o descompostura, algun berrinche.
Y ese hecho cambio la vida de una persona y de las de otros.
El viento estaba soplando lento y calmo y algunas calandrias revoloteaban entre los pajonales de "colas de zorro" y totoras.
Fresco y lleno de aromas norteños, el aire penetraba mis entrañas como un fantasma reanimando mis celulas caminantes.
La energica y misteriosa esencia de la tierra volviendose vida, llevando muerte, trayendo luces, proyectando sombras.
Me resulta casi imposible sentir.
El "Descanso".
Mi propia vida habia trazado caminos diferentes.
Antes de cumplir los 20 años habia muerto mil veces para renacer de nuevo.
De a poco fui sintiendo, observando, recorriendo los "descansos" propios que mi pasado, en su camino, habia colocado para recordar aquellos fragmentos en los cuales tuve que abandonar, para continuar, los malos tragos, los fragiles momentos.
Pude hacer el descanso para ver donde estaban marcadas "las muertes chiquitas", aquellas sutiles situaciones que uno debe enterrar, dar la espalda, para poder continuar.
Y tambien las "muertes grandotas" aquellas que lastiman, que hieren, que duelen aun despues de cicatrizar como una vieja herida de bala en el soldado luego de años de aquel combate.
Estaban marcadas al costado de mi ruta, las cruces de los caminos no tomados, las de aquellas interrupciones abruptas, las emboscadas, los desencantos, las desilusiones, algunas fuertes traiciones y hasta la misma muerte.
Debia recordarlos, pero al mismo tiempo olvidarlos. Sonaba extraña aquella premisa, pero debia ser asi.
¿Donde estan las cruces?
¿Donde estan los lugares que hay que bendecir y aquellos que hay que llorar?
¿Los que debo sepultar para dejarlos ir sueltos al viento?
Dar "descanso" a mis secretos, mis intuiciones, que se dirigian a algun lugar pero que nunca llegaron a el.
Recordarlos.
Olvidarlos
Perdonarlos.
Dejarlos ir.
Tenia marcados los lugares de la muerte, los momentos rincones oscuros de mi vida, pero se habian transformado.
"Descanso" unos minutos con mi te en mano, apoyado en la mochila, sintiendo la tierra resecarme la piel.
Sentirlo.
Sentir.
Que uno vive.
Vivo.
Yo.
Los "descansos" de mi vida
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