martes, 1 de abril de 2008

Momentos tres ambientes


Desmesuradamente comico resulta la gente que pasa por la calle llevando un paraguas cuando la lluvia es torrencial y no hay nada que te mantenga seco.
Tambien lo es el hecho de que la baldosa esta suelta y por mas piloto que lleves encima el agua viene de abajo al pisarla y burlona te da en la botamanga del pantalon y ni hablar del calzado.
Las mañanas se estan manifestando grises. Quizas en exceso ya pues el sol ha perdido su costumbre de calentar y anda a las escondidas detras de un cielo cubierto en San Salvador de Jujuy.
Hace uno par de semanas del cambio. De la mudanza. La vida en un tercer piso centrico tiene sus dificultades sobre todo a la hora de subir un modular de algarrobo pesado como una maldita caja fuerte.
Al principio, antes de tomar la decision, tenia cierto temor. Y fijense que digo temor y no miedo, pues temor suena mas sutil y no asi tanto miedo que es, incluso menos varonil.
Es cuando vi reflejado, en la seguridad del mi vieja casona, la malicia de la costumbre, la rutina y de como estas dos palabras adormecian mi espiritu maduro quitando por momentos el sueño, las proyecciones, los deseos y sobre todo la libertad de poder cambiar.
Desde las ventanas siento como brillan en las terrazas ajenas. Puedo sentir el calor de las chimeneas y apreciar desde aquellas nuevas alturas, un horizonte mas claro, mas equilibrado y mas pacifico.
A veces nos pasa que la comodidad que nos ofrece la rutina y esa vulgar seguridad que la costumbre nos ofrece nos ciega de sentirnos vivos, pues ahi, justamente ahi, en el cambio, esta el beneficio que podria llevarnos a la felicidad.
Decidir. Tomar una decision. Dejar atras la comodidad que nos duerme. Alzar la mochila y llevar lo necesario. Comenzar de nuevo.
Arrancar hacia adelante.
Desde cero.
Darle motivacion a los dias, a los meses, a la vida.
Es mas, tiene el mismo efecto limpiador que una lluvia de verano.
Suelo hacerme cargo de las cosas que entiendo y por eso de la mudanza, traslado, carga y descarga me encargue yo. Con el aporte de Rodrigo, otro grandote de metro noventa y ocho.
Plomeria, electricidad, carpinteria y afines.
Y tirados en el piso, sobre un viejo acolchado, ver con mi hija "Brujillizas" en el Disney Channel.
Instalados al fin, en un tres ambientes con vista al mas alla mientras la ciudad se moja bajo la llovizna persistente de este primero de abril.
Y ahi vamos de nuevo.

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