Embarcado en esta nueva y casi engañosa trampa, la de dirigir este habitáculo y luego de despedida a la señora mujer en la terminal como corresponde, con la frente en alto y el saludo mano derecha a la sien, esta aventura ha dado comienzo. Debo admitir que mi gesto patrio no fue muy bien visto por un grupo de hippies pestilentes adornados con baratijas que suelen llamar artesanías y ese repugnante aroma a pachuli, por lo que me vi obligado a retirarme apresuradamente del lugar.
Ahí estábamos mi retoño y yo deliberando el poderío mental en un psicológico juegos de miradas penetrantes para ver quien aguantaba mas y definir quien llevaría los pantalones de ahora en adelante. Lamentablemente mi gastada cornea y mi ya casi endurecida pupila irritome (si es que así se dice) el ojo. Resistí lo mas que pude hasta que un doloroso calambre del parpado izquierdo me sumergió en la triste derrota.
Así comenzó la semana, con las tempranas y atípicas actividades como la lucha encarnizada por convencer a mi pequeña niña de casi 32 kilos de levantarse. Ya el hecho de cargarla hasta el baño como una bolsa de arena para la trinchera, se tornaba complicado. Salvo por algunos gritos debajo del agua en el lavabo del baño debido a la prolongada inmersión en agua fría, todo sucedió como esperaba.
Despierta ya y algo molesta por mi descuido, me advierte que el jumper no estaba planchado y tenia algunas arrugas rebeldes.
Sorprendido por la aparición de un nuevo y desconocido sustantivo procedí a buscar en el diccionario la extraña palabra mencionada minutos antes sin que tuviera resultados positivos. Es así que tuve que desistir y solicitar apoyo lingüístico a mi pequeña e sabionda niña.
Una ves entendido el significado de la prenda tome conciencia de cuanto había cambiado el mundo, pues lo mío fue el delantal y el uniforme. Procedí al planchado, si, domino al 100% el arte del combate de las arrugas, aunque admito que vérmelas cara a cara con cada “tablita” de la prenda (porque tiene tabla, eso me dijo mi hija) fue algo complicado y bastante difícil. ¿Lo mejor del día? El nudo de la corbata. Con ojos cerrados y la precisión de una navaja suiza y el lustrado de los zapatos escolares.
Hoy no hay grapa. Ni ginebra. Eso me altera un poco. Pero no importa. Estoy preparado para soportar esto. Salimos a paso redoblado con destino norte hacia el gran templo del saber donde los educandos a día forjan su personalidad recibiendo los principios básicos de convivencia como son el respeto, el orden y los valores en pos de ser mejores personas.
Llegado al sitio, retiro totalmente lo dicho.
Un grupo de infantes con la actitud de enanos cocainómanos enloquecidos me arrollan el pie izquierdo con unas asesinas mochilitas de variados colores, tamaños y motivos a rueditas. Otro grupo de avanzada, me atropella, me empujan y me terminan arrinconando contra el marco de la puerta. "¡Che bolu! ¿viste? Anoche la sole, ¡Bolu! se quedo en ciber chatiando con el mauro ¡Bolu! y este le corto el rostro ¡Bolu!” exclamaba a los gritos una supuesta alumna mientras revoleaba la trucha de un extremo a otro de su boca para , masticar algo, no se, no creo que sea tabaco.
Como si esto fuera poco, algunos padres actúan de la misma manera por lo que me tienta aplicar el uso de la fuerza y darles un par de castañazos para que entren en razón. Necesitaba un reconstituyente en calidad de rápido o tendría que presentarles a mi primo hermano, Juan José Uppercut para que se encargue de disciplinar a la “peonada”, no se sin me entienden.
No quise quedarme mas, o la cosa se pondría áspera, así que me retire velozmente del lugar antes de causar algún estrago. Además el día recién comenzaba y por delante tenia toda una agenda de tareas domesticas. Si señores, si, ríanse graciosamente como un par de nenitas jugando con Barney o Sportacus en la esquina de Lavalle e Independencia, pero estamos en el siglo XXI y un hombre bien bien hombre debe encargarse de sus asuntos personales domésticos en vez de esperar que la mamita le caliente la lechita, les sirva la papillita y les plumeree con talco la colita.
Sepan que a veces los hombres nos divorciamos, o a veces no tenemos metálico para la tipa que limpia y uno se debe “encargar” el trabajito con la misma profesionalidad de un asesino a sueldo, limpio y silencioso.
¿Lo del Rodete? Todavía había tiempo y faltaban unos días. Mis rudas manos habían decidido practicar la noche anterior, mientras mi hija dormía, con un pequeño objeto de plástico de curvas sinuosas con extremidades superiores e inferiores y una abundante cabellera artificial que halle en su cuarto. Creo que es una… una… si… ¡Eso! … mi lenguaje viril me impide mencionar esa palabra.
Me retiro ahora, la cera me espera. Si hay alguien ahí afuera, traiga una ginebra, la necesito. El opio también esta escaseando.
Cambio y fuera.
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