Descongelados los dedos y pasado el angustioso momento que viví, o sea el Mundial, ese deporte, digo, mal llamado deporte, donde unos perejiles corren por detrás de la pelota mientras la masa inconsciente se sumerge en el mas subyugante retroceso genético camino a su antecesor, el hombre de las cavernas, salgo de mi covacha, de mi refugio antinuclear, de mi guarida de hormigón armado a ver la luz del sol nuevamente.
Me anoticia mi secretaria, que se ha aprobado la ley de gente del mismo sexo lo que me perturba y vuelvo corriendo a mi bunker a esperar que estalle la bomba de hidrogeno, porque el fin del mundo esta ala vuelta de la esquina, pero luego de unos buches de vodka, retiro la idea de mi cabeza.
Bueno, a la vista, Jujuy no ha cambiado mucho, sigue igual, marchas, contra marchas, bombas de estruendo, pancartas, panfletos, taxis, muchos, peatones, demasiados, vendedores ambulantes de bombachas de viejas (de esas grandes bien bien grandes que asustan hasta el mas pervertido voyeurista), películas truchas, en fin. Todo sigue igual.
Salvo por un pelotudo que pone la nota ya que conduce un auto con vidrios polarizados y al doblar la esquina salpica a una inocente viejecita desprotegida.
Esto es una verdadera injusticia.
Ya de por si, el anonimato del vidrio polarizado indica cierta degeneración moral. Es casi el equivalente de usar los anteojos negros, como los paramilitares de caricatura de las revistas de la facultad de humanidades.
Pero el poseedor de vidrios polarizados es mucho mas. Es un mezquino angurriento. Quiere quedarse con el pan y con la torta. Mas de uno habrá sido victima del viejo dicho ¡Talk to the hand! al ser sorprendido por un bocinazo y ver únicamente una mano anónima asomarse por el parabrisas del coche dando así libertad al observador de adjudicarle una cara a esa mano. Algo así como “Adivine quien es el salame que saluda detrás del polarizado y gánese un viaje a las Islas Seychelles”.
Y aquí no termina la cosa, porque el sujeto piensa que es único en el mundo, se ahoga en su dosis diaria de egocentrismo porque después te encuentran y te dicen cosas como “Te vi y ni bola me diste, che” colocándose en posición “ombligo del mundo”, como si uno debiera estar mas preocupado en armar una amplia base de datos mental que asocie coche, modelo, patente, color con las huellas palmares del susodicho para su identificación casual, que andar lidiando con cosas mas importantes, civiles y sociales, como comprar alimentos para el perro, pagar el alquiler, el crédito hipotecario o pagarle al quiosquero del colegio de mi hija.
¡ El tipo quiere andar por la calle, pero tener intimidad como si estuviera en su casa!
¡Para eso que se quede en su casa, por favor! ¡Salir a la calle tiene un precio: Dar la cara, aunque sea el oprobio de la sociedad, aunque lo poco que le queda de vergüenza lo induzca a ocultarse del publico!
¡Es la verdadera imagen de la inseguridad personal que no se anima a mostrar su verdadero rostro!
Para eso, que se quede en casa, envueltos en bata, con pantuflas o ruleros. Su auto no es su casa, Señor. Afloje al anonimato y muéstrese valientemente como lo hacen los hombres bien, bien en serio, dando la cara. Bueno si la hombria no le llega al talon, por lo menos baje unos quince centimetros la ventanilla ¿O acaso Harry el Sucio andaba en un auto con vidrios polarizados?
¡¡ POR FAVOR !!
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