viernes, 8 de abril de 2011

Secretas y tiernas confesiones de un MP4


_ ¡Marti! ¿Me prestas tu mp4?

_ ¡Si pa!

Jamás me imaginaria la sorpresa que me llevaría luego.

Y es que en muchas ocasiones, en diversos momentos de nuestras vidas, nos preguntamos sobre cual es nuestra misión aquí, en esta vida, en esta calesita rodando del día a la noche, de la noche al día.

Martina había accedido a prestarme su mp4, regalo que le toco recibir por una buena culminación de su 4 “B” y por ser el deseo de ella poseerlo.Lo uso un par de veces en algún viaje, otras tantas durante su estudio. Cosas de deseos infantiles, de querer, de la moda si se quiere, como un celular o cualquier otra criatura cibernética que la tecnología se encarga de conectar en nuestras familias.

“Hola soy Marti y estoy muy agradecida con mi mp4… Que ahora estoy grabando mi voz…  así que muchísimas gracias a mi papa, chau.”

La grabación a nivel de pruebas no solo había comprobado el buen funcionamiento del dispositivo, sino también había verificado mi teoría con la cual defiendo de alguna manera el accionar de los niños y sus sentimientos con respecto a sus padres.

Y es que el amor tiene su grado de inversión. Pude percibir en este mensaje, el lado oculto de su sentimiento, que a maneras de escondidas y confesiones personales de la niña, muestra en su agradecimiento digital. De valor inconmensurable tanto por su gran espontaneidad como su gran anonimato, rozando la timidez de enfrentar y exteriorizarlo para compartirlo. Y en el se esconde aquella sensación de la criatura de sentir libremente, sin condicionamientos, como los que se generan cuando un papa o una mama pregunta cosas como “Hijo…¿me queres?”. situación chantajista y de índole extorsivo que los adultos a veces nos encargamos de fomentar en los niños. Cosas de padres. Cosas de hijos.

Pero el tiempo será nuestro aliado. O nuestro enemigo. La claridad de nuestros actos como padres, nuestro nivel de comprensión, de charlas y sobre todo ser un buen “compañero” de nuestros hijos dará sus frutos mas adelantes, cuando ya de grandes, con sus alas listas para desplegarse, sabrán expresarnos a ciencia cierta aquella pregunta que todos nos hacemos durante el transcurso de nuestras vidas.

“¿Somos buenos padres?.”

Hasta ese entonces, está en nosotros pura y exclusivamente ser los dadores de amor, de contención, de orientación, de guía de acuerdo a nuestras primitivas concepciones sobre la vida y lo que suponemos se debe hacer con ella. Total al final de este camino, el premio mas alto, el resultado mas esperado podrá estar ahí aguardándonos para confirmar la certeza del acierto o en otros casos, quizás mas dolorosos, el sello del error y la derrota.

Pero mientras tanto el juego continua. Los rulos crecen, el carácter se forma y la ideas de una nena somnolienta de jardín han quedado en la caja del recuerdo, adornadas con telas rosas, moños sedosos y sus primeras manchas de crayón en un papel para dar lugar a la picardía infantil preadolescente, con sus retobes acostumbrados, donde comienza ya mostrar los inicios de una independencia inmadura sedienta de guía que nos busca y nos llama en silencio.

Así será entonces mi destino de llevarla hacia adelante, con la convicción de los buenos actos y las buenas decisiones, entre sus grandes risas blancas y sus grandes lagrimas cristalinas, para que ella sepa elegir su propio destino el día de mañana.

Hasta ese entonces, la misión continua.

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