La cosa viene así. Cuando uno llega a cierta edad, esa de la cual Arjona hace una meritoria canción hacia el sexo opuesto, pero creo, nadie ha sabido premiar de la misma manera a nuestra férrea virilidad, se ve obligado a recurrir, bajo protesta y apercibimiento, a visitar a un fisioterapeuta. Esto generalmente es ocasionado por alguna dolencia articular, lumbar o, como en mi caso, por excederme en movimientos explosivos deportivos dignos de un quinceañero, donde la elasticidad y la edad oseomuscular tiene sus virtudes, cosa que aparentemente y por el sonido de mi rodilla derecha, he perdido en algún grado de porcentaje.
Es así que caigo a un centro medico local en busca del profesional que haga lo que corresponde con dicha articulación. Para tener idea, el consultorio armado con cuatro boxes tapados con sus cortinas, aislaba a cada paciente de las miradas indiscretas de los que esperan en al sala. La sorpresa es que me encuentro con un amigo que, como Aquiles, andaba con problemitas en su tendón culpa, claro esta, a lo expresado anteriormente, al exceso deportivo fuera de edad.
La charla no recuerdo como surgió, no recuerdo el disparador. Pero comenzó. Y ahí estábamos deliberando sobre las bondades de la convivencia y sus desafíos, sus entuertos y altibajos. Que la tapa del inodoro. Que las medias sucias. Que tenemos que hablar. Que no me das plata. Que porque te mensajeas con ella. Que quien es, porque, cuando, donde, como, lo que y todos los menesteres que adornan la relación. Hasta que llegamos a la siguiente conclusión mi amigo y yo: “De separarnos alguna vez, ni en pedo me vuelvo a casar o a vivir con otra mujer.” Entiéndase la misma, respetándose las características heterosexuales de las cuales somos fieles representantes hasta el momento de la discusión.
Enérgicamente somos atacados por la profesional de turno quien a viva voz nos dice: “¡Escúchalo a los dos! ¡Lo que dicen de las mujeres!” dándole un tono entre cargador y amenazante, situación riesgosa siendo que uno entrega en ese momento, parte de su cuerpo a la profesional para que ella aplique sus conocimientos universitarios que indebidamente ejecutados, pueden ocasionar hasta la misma muerte.
Las personas que como yo, han adquirido con el paso del tiempo la Maestría Universal en Convivencia Domestica, situación digna de un buen guerrero, nos encontramos habilitados para manifestar nuestras apreciaciones y compartir con el discipulado virgen, los conocimientos adquiridos. Es decir, sacarnos la careta, el chaleco antibalas y mostrar las cicatrices de guerra como lo haría un veterano de infantería. Sobre todo si 22 años de servicios, 12 de convivencia y 10 de paternidad pueden avalar la defensa de la conclusión anteriormente expuesta.
Conocer una persona implica tiempo. O sea, no dos meses, una hora, dos años o tres. Hace falta, un poco mas de un par de vidas para poder comprender medianamente la esencia de esa persona que en algún momento, vos, y recalco, VOS elegiste para compartir tus cosas.
Entonces. Si después de haber pasado 22 años con tu mujer, cruzando etapas, contra viento y marea, cortas, te vas, motivado por lo que sea, ya sea boludeces mundanas o diferencias verdaderamente profundas y maduras ¿porque debería resetear mi conocimiento y mi experiencia adquirida, y ponerme en modo búsqueda - compresión de otra mujer para iniciar una nueva relación?. Porque claro, todo lo aprendido en la primera, jamás nunca te sirve para una segunda, salvo las correcciones que puedas hacer a tus zonas erróneas, cosa esta que muy difícilmente un ser humano pueda hacer ya que suele disfrutar enfermantemente, de los comportamientos cíclicos y repetitivos.
Y ojo, que con esto no quiero decir que uno se tenga que transformar en un eunuco. Todo lo contrario. Pero de ahí a congeniar nuevamente en otra relación, arrancar de cero, noviar como quien dice, después convivir, o ponele y mas arriesgado, volverte a casar, y volver a sacar los Tomos de la Enciclopedia “Grandes Temas Universales de la Convivencia” y oír el “No me ayudas”, “Vos no estas nunca”, “La única que cocina soy yo”, “Tu hija no te conoce”, “Dame plata” y esas cuestiones básicas de la especie humana como lo es mismo ADN, seria como un indeseable Deja Vu. Repitiendo todo de la misma manera. ¿Para que? Es repetir el grado. El curso. No aprendes. No aprobas.
Hay un mundo ahí afuera. Miles de oportunidades. Solo falta que uno abra la puerta para salir a jugar. Ya disfrute (y disfruto, no olvidar que todo esto es hipotéticamente hablando) con la vida en pareja casi media vida. ¿porque no disfrutar el resto de otra manera? Suena interesante, desafiante. Claro, son posturas, convicciones, puntos de vista. Pero es una gran posibilidad. Existe. He superado grandes escollos, y sigo superando, de menor tamaño, mas livianos, rutinarias, por descuidos o desatenciones, pero es parte de la vida misma. Es parte de ser humano. Solo basta con un poco de comprensión y claro, buena onda, positivismo. Y si es de a dos, mejor. Yo sigo apostando a la misma. Aceptándola con sus luces y sus sombras. Con una basta. Suficiente. Ya esta. Misión cumplida. Tarea realizada.
Muy bien, Felicitado, 10.
El próximo tema que me desvela: “Camas Separadas” .