viernes, 11 de noviembre de 2011

¡¡ Pesca era lo de antes, con las manos desnudas y a mordiscones limpios !!


419234iComo hombre bien, bien hombre, ya me había manifestado en contra de que los varones heterosexuales adultos practiquen la pesca con mosca, a menos, claro, que usen un látigo de siete puntas llenas de anzuelos como debería o algún explosivo, para sacar la victima escamosa de las aguas. Ya de por si ese movimiento amanerado de andar revoleando la cañita, que mas se parece a la varita mágica de Harry Potter, me perturba profundamente. Esto sin el agregado de que usan sedal, nombre que lo dice todo, un elemento digno de tías costureras y para atrapar a nuestro alimento usan moscas, una especie de collage armado con plumas, pelos e hilos además de involucrar tijeritas y pinzas, y mejor paro de contar porque me da bastante bronca.

Y cuando me da bronca, me pongo medio violento. Y cuando me pongo violento, salgo a algún tugurio de barrio bajo a desquitarme, ginebra en mano,  con el primer piltrafa que se me cruce por delante. Lamentablemente cada vez son menos los tugurios húmedos, nublados por el humo rancio de un cigarro negro y el aroma a whisky. La ultima vez que entre a uno me preguntaron si quería cilantro en mi ginebra o acompañarla con un tiramisú y ahí se pudrió todo.

Este lamentable hecho de los varones pescando con mosca; después hablaremos del cilantro seriamente; se ha ido expandiendo como la plaga misma. Se puede observar a los pescadores, no solo en los ríos o lagos, sino en el patio, la plaza mas cercana o alguna cancha de futbol;  realizando el vaivén de geisha yogui, simulando un gran esfuerzo para movilizar una estructura  de pesa menos que mi magnum. Y encima dicen que transpiran y ahí ya nos fuimos al fondo de la letrina. Uno transpira en serio cuando mueve una enorme roca sucia y llena de moho maloliente, por ejemplo para escapar de un calabozo. Los hombres de verdad hacen eso.

Y ni hablar de la mosca. Poniéndole la atención de una nona babosa por su nieto, a la creación de cada señuelo, dándole vueltitas de hilo, cortando los pelitos sobrantes con actitud de coiffeur. Y cuando pescan una trucha, explotan en arrebatos de maternidad transformándose en un fenómeno monstruoso y lamentable. Solo les falta que le den la teta, cambiarle los pañales y cantarles un “arrorró”  antes de devolverla al agua. Crease o no. En mis entrenamientos en las selvas de Tailandia me enseñaron que en el combate, no se debe liberar al enemigo por una cuestión de seguridad. Sino, le pueden preguntar a mi suegra, que todavía la tengo encerrada en mi galpón, juntos con mis herramientas y algunos explosivos. Solo espero que no se ponga a curiosear, porque la vamos a tener que armar con cinta skocth y ahí ya se me pone la piel de gallina ante tal oprobio.

Los hombres bien bien pero bien hombres, pescamos a la vieja usanza, o sea parados en la piedra, inmóviles pasando desapercibidos, con una lanza tallada con una cuchilla y las manos desnudas, al acecho de la presa, listo para acertar el golpe definitivo en el medio del lomo al animal. O simplemente le disparo con mi Magnum, si el hambre apremia. O usamos la técnica del oso pardo para los salmones. No debemos olvidarnos que en la cúspide de la cadena alimenticia se encuentran los depredadores. Uno debe aprender de la naturaleza para sobrevivir con una simple navaja suiza y el mismo calzón durante meses.

Cuando un paisano les preguntan cosas como “¿y a donde fuiste a mosquear?”, gimiendo y sufriendo pequeños ataques al corazón se niegan a confesar cual es la zona por la que anduvieron y solo  muestran unas cuantas fotos mostrándote el lugar y posando con alguna especie de dudosas dimensiones que horrorizaría de la vergüenza ajena hasta la muerte misma (de nuevo) al Capitán Ahab (Gregory Peck), patrón del ballenero Pequod,  que ese si no se andaba con vueltas, y al primero que lo desafiaba lo arrojaba al mar sin piedad ni contemplación.

Aparte no esta bien, porque cada vez que organizan una salida, corren a sus casas dando pequeños saltitos de alegría y comienzan a armar pilas y pilas de valijas, bolsos, “nesseceire”  y estuches de todos los tipos y tamaños, actitud indiscutiblemente femenina la de andar cargando bultos en un viaje.

Asi que anda aflojando con el temita ese a ver si nos organizamos una pesca en serio. Mientras tanto les dejo este youtubazo de unos huevos fritos que eso es es cosa bien, bien de hombres.

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