Cerro los ojos entonces dormida como un angel de ojos azules y alma vacia de sismos y temblores adornada solo por el placer del espiritu sorprendido.
El corazon dio los golpes como un tambor Inuit, anunciando la llegada de la vida y del descanso. Ese descanso donde el alma se despierta inconsientemente conciente de lo que anhela por los caminos de la inocencia que espera
Las luces de colores se encienden entonces en una nube de papel picados envueltas en una musica picaresca de payasos y malabaristas, mimos y acrobatas deleitando la mirada dormida de la niña salvaje.
En cada paso una expresion de ternura y asombro, de golpes certeros a la emocion infantil en cada salto acrobatico del actor soñado, del actor imaginario, del amigo invisible que todos llevamos adentro.
Salto por los aires como un gran saltamontes.
Una musa azul se colgo de las cuerdas mirando las estrellas buscando a la luna complice en algu lugar del cielo azul.
Y danzo con el paraguas y corrio con el trapecio, y dibujo esferas de colores en sus manos calidas abrazandolas como a un niño dormido.
Los tambores traian un lejano llamado del alma, mimandola, restaurandola, preparandola para el despertar.
Sueños. Luces. Colores. Musica. Risas y ensueños soñados.
Al fin luego, el despertar.
Y descanso en su corazon ese amor infantil complice de astucias niñas y jugueteos sonrientes.
Llena de luz.
Llena de vida.
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