viernes, 10 de febrero de 2006

Existencialismo .Las dunas, la luna y el oasis (Parte III)


La ventana estaba algo helada. Apena entraba a luz de los faroles de la plaza de alla abajo. Las luces solitarias de de los vehiculos rayaban la imagen de mi retina en ese momento dando un aspecto nocturno a la ciudad.
Mi mano cerrada sujetaba el cigarro al mismo tiempo que soportaba la pesadumbre de mi menton a orillas del vidrio muerto.
Afuera el cielo mostraba las estrellas algo difusas. Solo las mas fuertes y algun lucero, quizas como Venus, sugerian la presencia femenina alla a lo lejos.
Las cortinas de la ventana semicerradas dejaban pasar escasamente la luz hacia la habitacion del edificio. Tenian un suave aroma a humedad que chillaba de añeja o mal lavada. No era nada.
En la plaza algun borracho se recostaba en el banco ignorado por la ciudad dormida ya de cansancio rutinario, de almas vacias y voces mudas.
La luna llena estaba presente. La suave caricia de su luz se filtraba trayendo presencias y esencias a esta parte de la realidad. Rompia indeleble el vidrio para iluminar sutilmente la cama donde ella estaba retirada.
Me sente en el sofa unos segundos. Expire el blanco fantasma de mis pulmones en una especie de suspiro ahogado de tabaco a traves de mis labios minimamentes cerrados en "o".
Mis ojos se fijaron entonces en un punto fijo y un nuevo vuelo a otro sitio comenzo con la misma delicadeza con la que se sucede el silencio, ahora, ya en la noche.
Un paisaje de dunas penitentas iluminadas por la luna alla en lo alto se estampa en la fibra mas profunda de mi ser, llamandome desde lejos a andarlas, recorrelas en busca de su agua y de su sal.
Transformarme en un explorador de tierras ajenas, a conquistarlas en secreto con mis manos y mi piel, cada metro cuadrado, cada centimetro. Dejando la huella que quizas mas tarde el viento se encargue de borrarlas para siempre de la vista pero no asi del alma.
Camino sediento por las lineas de su horizonte, en busca de ese alimento de pasion y locura, bordada con puntillas de lujuria conservada en su sutil presencia.
Como una pelicula en camara lenta, las dunas de su cuerpo se mueven, cambiando de forma, de aspecto estimulando los sentidos una y otra vez.
Subo.
Bajo.
Entro.
Salgo.
Sudor y sed.
Sal y calor.
Descanso en tu umbral.
Reposo de la realidad.
Me ausento de la existencia.
Ya no soy yo.
Un toque magico con mil alfrombra voladoras pasean las colinas de tu piel huyendo de los muertos vivientes que pueblan estas cuadras.
La lumbre pobre del cigarrillo muere en el calor de la noche haciendo su ultimo chasquido y mis fantasmas voyeuristas no dejan de pintarte en el lienzo de mi alma.
Paisaje terrenal.
Pecado original.
Belleza fundida con sabores jeques, con aroma a narguile ardiente.
He cruzado muchas veces estas arenas.
Pero el desierto es tan grande, los horizontes tan lejanos, que hacen que uno se sienta pequeño y permanezca en silencio.
De a poco andar encontre el oasis en sus labios, en sus manos, en aquellos ojos llenos de miel, en sus pechos junto al mio.
Habia encontrado, en este viaje, el alma del mundo.

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