Mas tarde creo rudimentarias armas como el arco y la flecha.
Hoy en dia cazas las vizcachas o los chanchos del monte sin ningun problema, con una buena carabina y con un poco mas de inversion, una buena mira.
Pero pareceria que la naturaleza no tiene todo dicho, y en algun momento, sobre todo a la noche, el siglo XXI pareceria desvanecerse en los mantos de la edad de piedra cuando en uno de esos dias agotadores de semana, al terminar la agotadora rutina diaria depsues de sacar la basura, apagar las luces, acostar al retoño, besa a la mujer y decir ¡hasta mañana!. Un mañana que nunca llega y cuya noche es interrumpida (junto con la rutina) con el cantar estrepitoso de un audaz grillo, que como un polizonte bucanero se ha infiltrado en nuestras lineas domesticas para volvernos locos a la hora menos pensada.
Puede sonar quizas una exageracion, pero la lucha entablada con este insecto, en una casa de campo, es posible. Hasta normal. Quizas ni bola le das. Tambien puede pasar en una casa en la ciudad. ¡Pero en un tercer piso, entradito el otoño, con ola de frio polar proveniente del sur? Me parecio mas una maldicion que un accidente.
Y fue alli donde comenzo todo. Los gritos escandalosos del animalillo humillaban a cualquier gata en celo, sobre todo a las 5 a.m. cuando sabes que solo te queda una hora para arrancar con tu nuevo dia, que ya te levantas a preparar el desayuno, despertar la piba, cepillar los dientes, lavarte la cara y otros menesteres cotideanos.
El efecto psicologico es durisimo. Es ahi cuando dudas, onda "ya se va a callar el juna gran siete" pero no, le da mas duro a la frotacion de sus extremidades posteriores. Y se despierta tu señora. Y tu hija. Y todos estamos inmerso en ese ruido infernal.
Las primeras busquedas del pequeño ortopero fueron infructuosas. Te levantas. Se calla. Prendes la luz, se calla. Te suenan los nudillos de los dedos del pie o el tobillo o la rodilla, se calla.
Te acostas, y larga de nuevo.
Sigilo. La lucha psicologica comienza. "no hagan ruido". "sssshhhhh". Detras del ropero, nada. Bue es casi imposible moverlo. ¿De la comoda? Na. ¿Debajo de la mesa de luz? tampoco. Volves a la cama. Y ahi va de nuevo.
Hasta pasar los 30 minutos de lucha salvaje, de busqueda insufrible y darte con que estaba dentro de la zapatilla de tu señora.
Tu mundo se alegra. La caza mayor tuvo su resultado. El cazador exhibe su presa. Y justo cuando lo estas por pasar a mejor vida al mismo que le decis. "Ahora estas hasta las manos hijo de una gran p!"#$!#"", tu hija, con todo el Animal Planet y enarbolando las banderas de Greenpeace encima te dice. "¿Lo vas a matar, papa?.
No hay caso. Es verdad, "Ser padres, es una cosa de hombres tambien"
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