Año 40 Día I.
Sentado en mi reposera de caoba, con mi pipa y cubriéndome del incesante frio de este Mayo y con este pareo criollo llamado poncho, símbolo inequívoco de la hombría gauchesca pampeana, con el que he sido condecorado por un amigo músico, miro a través de la ventana como las primeras lloviznas otoñales lavan el jardín de mi departamento, que básicamente consiste en dos macetas, una con un potus gigantesco que es mas un estorbo que un adorno y mas allá, no se, unas de esas cosas que mi señora trae a la casa y de la cual desconozco su nombre científico. Debo admitir que mi intento de internarme en el nefasto mundo de la jardinería y sus macabras costumbres de palitas, macetitas, rastrillitos, delantalitos y guantes hundiéndose en plantines de coloridas pompones floreados era mas catastrófico que el mundo sin leche entera, como debe ser una verdadera leche, causa justa e irreprochable a mi declinación en este arte de índole femenino.
La noche de festejos ha terminado y la multitud que me sigue me ha agasajado honrosamente con diversas ofrendas, bebidas y alimentos que me han sido entregados como signo de admiración y respeto. Buenos brebajes que despertarían la envidia de Marón, Leneo y Astreo, los hijos sátiros de Sileno y una larga lista de manjares irresistibles que Behemot, con su aspecto rustico, había puesto sobre la mesa para su degustación. La velada ha sido digna de admiración, salvo por ese momento donde Peter Pan apareciose misteriosamente en la mesa para sobresaltarnos con su fina estampa atlética y vivaz, envuelto en atuendos verde manzana by La Martina y calzado de la misma coloración aportadas por un tal Ferraro. No se, fue un gran susto cargado de fantasía y color a lo Disney,
Algunos plebeyos optaron por revelarse a mi cita y no participar de la misma, por lo que ya he tomado cartas en el asunto y mande a mi mercenario mas violento a encargarse de él para lo cual usara solo dos paquetes de galletita express, no se como, pero lo hace. Según mis informantes, a los ausentes los sedujo el mundo caribeño con sus encantos salseros y desistieron de apersonarse, pero ese es otro temita.
Me levanto, ya altanero y disfrutando de los jugosos años de sabia presencia que he adquirido, mientras me acomodo la barba madura y elegante con el dedo indice y pulgar, en forma de “V” con la hombría que me destaca, para hacer uso de lo que yo llamo, “Cuestión de Derecho Adquirido por la Edad” y entro a buscar el objeto mas preciado por el hombre, bien, bien hombre. Ese objeto que dignifica la masculinidad y la existencia misma (avalado por el Art. 13 Inc. “c” del manual “Como ser EL HOMBRE” – Edición Encuadernada en piel de león africano ) y sin el cual nuestras vidas serian míseras, oscuras, lamentables y asquerosas.
El control remoto, señores, el control remoto. Aquel artefacto odiado por el Club de Amas de Casas Desesperadas y otras asociaciones femeninas insatisfechas e histéricas que no comprenden el verdadero placer de la opresión de la tecla CH + – de nuestro aparatito predilecto.
¿Resultado de la búsqueda? Infructuoso. Mi serenidad de pronto se ve corrompida por un pequeño tic nervioso en el parpado izquierdo, signo de la desorientación. Inmediatamente trazo un perímetro de búsqueda mas amplio que la mesa del televisor, hago una lista de posibles lugares y procedo a revisar minuciosamente cada rincón para dar con el mismo. Pasados los primeros 15 minutos, la fatalidad comienza a acrecentarse ante el infortunio del desencuentro. No hay señales de él.
Decididamente debía usar métodos poco ortodoxos para obtener información del paradero, por lo que tuve que aplicar practicas poco comunes para interrogar a mi mujer sobre la posible ubicación del objeto, así que luego de cebarles unos amarguitos, hacerle unas tostaditas de francés con Casamcrem, mermelada diet y un juguito de naranja recién exprimido a mano desnudas, me anoticio que la ultima en usarlo fue mi hija.
¡Grito en el cielo seguido de sudoración fría, nublación de vista, tartamudeo y posterior desmayo!
Recuperado nuevamente, decido ampliar mas el rango de búsqueda y bloquear la puerta de salida del departamento para evitar la fuga de la menor y comienzo una nueva búsqueda por dormitorios, baños, lavadero, heladera (dentro y fuera), armarios, roperos, mochilas y otros recovecos sin éxito alguno.
El cetro del poder hogareño ha desaparecido. Han pasado 44 minutos y el reinado domestico esta en peligro.
¿Es acaso así como se debe empezar el reinado de LA EDAD? ¿Sin el gran símbolo de la virilidad, la hombría y la masculinidad sudorosa, peluda y guerrera moderna en la mano para poder ejercitar los efectos sedantes del zapping? ¿Acaso las mujeres se han unido al Sindicato de Amazonas Anónimas y han decidido darme caza en mi propio reino? ¿Que nefasta fuerza maligna se esconde detrás de todo esto? ¿¿QUIEN SE LLEVO MI CONTROL REMOTOOOOOO??
Pero como EL AMOR VENCE AL ODIO, mi sentimiento irrenunciable hacia él dará sus frutos. Destruiré al eje del mal y lo recuperaré.
Hasta entonces.
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