martes, 31 de mayo de 2011

Crónicas de L.A.: “El misterio de la pesadilla y la media desaparecida”


Año 40 Día 17.

La extinción de los controles remotos de televisión, la aniquilación de los proveedores y la destrucción mega atómica de todas las fabricas creadoras de este fetiche objeto de deseo pura y exclusivamente masculino, había sido un éxito. La inmunda suerte había querido que el único teclado controlador de tv universal que quedaba en pie, estaba en poder de la reina madre, la jerarca de ese clan de locas enfundadas en trajecitos plateados, con actitudes dignas del Oscurantismo Medieval y que dominando el planeta, habían arremetido contra el cetro viril y poderoso que todo hombre debía poseer. Todos, sin excepciones, eran quemados en inmensas hogueras, mientras las herejes, lujuriosas y semidesnudas mujeres danzan frenéticamente dando alaridos aterradores, alrededor de la llama, dejándonos sin esa posesión preciada.

Pero solo quedamos algunos, los denominados “La Resistencia del Control”, un grupo de hombres aguerridos que pretenden devolver al hogar una paz duradera y armónica. Me había infiltrado en los interiores de su base por el ducto de ventilación, el aroma a lavanda me estaba matando. Puedo ver, a través de una rejilla, a miles de ellas sacrificando y comiéndose el corazón de uno de mis hombres. Para poder pasar desapercibido, tuve que bañarme cinco veces, peinarme, planchar bien mi indumentaria comando previo lavado y enjuagado, todo esto para evitar ser detectado por sus malditos olfatos acusadores cuya sensibilidad es difícil de engañar.

Me arrastro como una maldita rata hasta la habitación principal. Bajo. Y me doy con la presencia amenazante e inesperada de un Caniche Toy, esa endemoniada mascota que ahora está de moda y que toda mujer histérica posee. Sigilosamente evito caer en sus fauces y lo elimino. No voy a dar mas detalles, pero fue crudo su desmembramiento con mi cuchara sopera. La caja fuerte estaba detrás de un gran cuadro de Ricardo Arjona…¡¡Santa madre de Dios!! No sabia si envenenarme ahí y rendirme o tocar esa porquería de adorno.

Salir de ahí no fue fácil. Evitar las trampas de carteras mutantes, zapatos desgarradores, cintos latigueadores, botas pateadoras, cosméticos adormecedores y sobre todo las temibles cremas “Anti-Age” que se tornaban mortalmente resbaladizas, era un verdadero desafío. El ataque de las medias de nylon fue incesante. Las redes mortíferas me enroscan el cogote para asfixiarme, pero mis filosos dientes apoyados por la fuerza bruta de mis masticadores de cuadril de novillo maratonista del programa “Carne Para todos”, me libraron de ellas. Lo mas cruel fue lidiar con un enjambre de toallitas femeninas con alas ponzoñosas. 

Escapo. Huyo furtivamente, mientras a lo lejos veo como un grupo de tareas se reorganiza. La alarma ha sido dada. Con palos de amasar, escobas, plumeros, rastrillos y haraganes en las manos salen a darme caza pero ya estoy lejos. Lejos de las garras carmesí y fortalecidas con calcio (un dato que aprendí de mi antigua ex mujer), llego a mi guarida subterránea. De fajina y agotado, saco una de las ultimas cervezas que tengo en la heladera. Ya no quedaban. Las brujas también se habían encargado de ellas. Pero esta ocasión necesitaba celebrarse. La espuma explota en un suave siseo hasta la boca de la copa y el sabroso coctel dorado adorna con espirales de burbujas el resto de ella. El momento es único. Me siento en mi sillón predilecto frente a mi 42”, uno de los últimos también. Si, claro… las arpías esas. También ellas. Me relajo. Apunto hacia la tv, apoyo suavemente y casi acariciando con mi pulgar, la tierna piel verdosa del botón “Power” y casi en un orgásmico movimiento ejerzo milimétricamente presión sobre él.

Nada. Ansiedad. A cualquiera le pasa. Aumento unos miligramos de presión. Nada. Presiono. Nada. Empiezo a asustarme. Mas fuerte. Nada. Apoyo nerviosamente el pulgar izquierdo sobre el derecho y hago doble presión. Naranja fanta. Mi amor incondicional por él se deja llevar por las voces cizañeras de la frustración y no dejo de maltratar aquel maldito botón. Nada. ¡Me quiero morir! ¡Córtame en juliana! Solo una cosa podía pasar.

¡Las pilas!… ¡Nefasta y asquerosa suerte!. ¡No tenia pilas! ¡Las pilas! ¡Las…pi…las!! Se me ahoga el garguero. Me falta el aire. Se me nubla la vista, no siento la mano, comienzo a babear, sudor frio y de pronto…. una voz en la oscuridad…¡y un sopapo!… de esos a palma abierta y a cinco dedos.

- “¡Hora de ir a trabajar!, Vamos, a levantarse. Te dormiste.” -  Exclama una mujer. Mejor dicho, mi mujer. todo había sido una pesadilla. gracias a Dios, todavía no hemos sido dominados. Creo.

Me levanto casi a regañadientes y con la jeta hinchada. Tengo un ardor en la mejilla derecha pero el agua fría calma el efecto. Me cambio. Me preparo. Solo me faltan mis medias y el calzado. Pero el desafío de la vida conyugal da nuevamente el zarpazo inesperado de la desdicha. La infelicidad toma forma impar y el par de medias ya no es, por razones matemáticas, un par, sino un impar. Quiero decir que ahora el conjunto de medias, las mías, habían pasado de respetar rigurosamente la paridad, calculo diario comprobado, corroborado y certificado por quien suscribe la presente donde el numero de medias  “m” es igual a 2 x n; a mutarse misteriosamente y de la manera mas sobre natural a m=2xn-1 y ahora tenia cuarenta y tres ejemplares huérfanas de sus hermanas siamesas y sin poder calzarme adecuadamente. Siempre dije que las mujeres no eran buenas para las matemáticas.

Los 40 no iban a ser fáciles. Primero el control. Ahora las medias. ¿Que fuerza del lado oscuro promueve la desaparición mágica, no del paro, sino de …¡¡UNA!!…media?. ¿Que macabra intención se esconde tras el secuestro de esta prenda? ¿Existe alguna maldición escrita en los anales de la historia domestica sobre este suceso? ¿O es simple rutina? ¿¿DONDE CARAJO FUERON A PARAR LAS MALDITAS Y ASQUEROSAS MEDIAS?? ¿¿Existe la Asociación de Medias Desaparecidas que me la restituya? Indignado por tal oprobio, me despido.

Hasta la próxima.

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