martes, 10 de mayo de 2011

¡ Te lo juro por mi ácido desoxirribonucleico que te estoy escuchando !


(Sección: “Que difícil y complicada es la vida conyugal IV”)

Resulta que en el transcurso de la venida laboral, en la cual los rutinarios 29 kilómetros hasta aquí (Perico) y los otros tantos de vuelta al hogar ya son como un encuentro de café, dos mates y una medialuna mediante, se dan charlas típicas e intercambios de idea entre navegantes de la Ranger doble cabina. Mi compañero hacia referencia a algunas actitudes nocivas (lo digo sanamente) que van apareciendo a temprana edad en nuestras niñas. Cabe aclarar que el nombre Martina, con el cual hemos bautizado a las criaturitas por azar del maldito destino y la corta enciclopedia de nombres para recién nacidos,  de pronto a pasado de ser una especie de Expediente “X” a tener la popularidad similar a Obama Bin Laden y ahora como que hay un ejercito de Martinas entre 8 y 12 años rondando por el poblado que demuestra que nuestra creatividad como padres no es muy buena que digamos.

Por otro lado, nosotros, los grandes héroes de la historia mundial del conyugalazgo que a diario intentamos descifrar el enigmático mundo de la mujer, sus ideas, sus sentimientos y costumbres y, en realidad,  básicamente que es lo que ellas quieren de nosotros y sin morir en el intento, vivimos el día a dia en esta tarea digna de un estratega militar en la cual se mezclan ciencias como la psicologia, la fonetica, la comunicacion (verbal y no verbal), la fisica, la quimica, la premonicion, el poder mental y unas que otras artes marciales como el ninjitsu a la hora de desaparecer o defenderse.

Pero la genética es inevitablemente el punto crucial donde uno debe poner toda su concentración,esfuerzo y estudio para poder saber que una mujer no se hace, nace. Y con ella nuestras complicaciones.

Prueba de esto es lo que me ha sucedido anoche, cuando en un intento por descansar y cuando uno, tocando esa cifra de edad, o sea, ¡esa! de la cual todos hablan, desea entablar una relación jugosa y encarnizada con la posición horizontal y disfrutar de un zapping hipnótico letárgico que nos disipe de nuestra realidad; de pronto se es interrumpido por un parloteo incesante de la niña, que te habla, te dice cosas, te cuenta y uno en piloto automático repitiendo monosílabos de afirmación como “¡aha!…¡Si!….¡Claro!… “. Pero al cosa no termina ahí, el juego macabro de la psicologia femenina comienza a manifestarse luego, cuando la niña se percata de que uno esta en un estado de dispersión total y comienza con los latiguillos de preguntas como “¿me estas escuchando?”. Inmediatamente el artífice de la magia blanca del conyugalazgo y casi como un acto reflejo de defensión dice “¡si!”. ¡Error, estimado! ¡vil y cruel error!. Ahí surge de entre las llamas del infierno, esa diabólica criatura que nos espanta, que nos acosa, que nos arrincona en la esquina de la ignorancia y la sumisión dejándonos tambaleando en el abismo de la derrota y la humillación. Y es cuando la niña (mujer pequeña potenciándose) remata preguntándote “¿que dije?”,  sumergiéndonos en una oleada mental de palabras sueltas que no podemos unir para demostrar nuestra inocencia a tal acusación.

¿Me puede entonces alguien decir en que cromosoma despiadado e insensible de la niña viene la información de la opresión paternal? ¿En que nucleótido esta escrita la persecución de la criatura masculina hasta su exterminio? ¿Tienen que ver los puentes de hidrogeno con esta mecánica infernal? ¿Es acaso este polímero el responsable de nuestra manipulación y posterior esquizofrenia?

En fin, la cosa viene a temprana edad. El arte de la sumisión, la guerra psicológica y el dominio de la masa de humanos inferiores, viene inserta en la genética que dia a dia perfecciona su armar letal y asesina para con nosotros, los hombres haciendo que solo unos pocos, los mas adaptados a este medio salvaje y cambiante, podamos sobrevivir y salir airosos de esta lucha de intriga y poder.

Ellas están entre nosotros. Miren este Youtubazo de OK GO, los flacos que hacían videos piolas con las cintas caminadoras.

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