viernes, 24 de agosto de 2007

Y el paraiso, una vez mas, dejo de existir de la mano del hombre.


Transcurria uno de esos viejos dias que preceden la nochebuena con cierto clamor, con cierta tempestad contenida quebrajeando el cielo con truenos pero mezquinando la lluvia en su totalidad dejando caer simplemente unas gotas de agua.
En ese entonces, alla por el 83 con mis doce años encima y la energia de andar vagueando por las calles de mi barrio junto a mis amigos, buscabamos algun refugio de la pequeña gotera noctambula.
Estaba algo fresco. Se podia percibir en el aire, ese dejo de tierra recien mojada, de suelo humedecido. Un aroma de transicion, entre la sequia y el diluvio, entre la calma y la tormenta. Siempre ha sido, en mis viejos recuerdos, una señal, un milagro de la naturaleza aquel viejo sentir.
Alberto (a)"Chingolo" era mi amigo de la infancia. Era mayor que yo por unos cuatro años mas o menos y me secundaba en mis andanzas. Estaba tambien Rodrigo, menor en todo sentido, en edad y en estatura, pero jodido y cascarrabias como un aji quitucho.
Entre los tres nos habiamos complementado casi siempre para hacer las hazañas mas terribles por la zona.
La lluvia se hacia mas intensa, deambulabamos por ahi en busca de refugio pero sin abandonar nuestro trio por pura diversion.
Al frente de mi vieja casa existia lo que llamabamos el bajo. La via del ferrocarril oxidadas por el maltrato del clima recorria el lugar de sur a norte. Todo esto habia sido disimulado perfectamente por alguna intendecia con una rapida plazoleta. Ladrillo picado, algun busto, una fuente improvisada y un caballo alado en la cima de un monumento. Todo esto era iluminado con un arcoiris de colores que venia de la gran antena de la usina, que como todos los años, era decorada como un gran arbol de navidad que podias verlo a mas de 10 km de distancia.
La decoracion arborea de la plazoleta era de las baratas y simples. Palos Borrachos y Paraisos, esos arboles cuyo fruto redondo como una bolilla servia de municion para las hondas.
Pero habia un paraiso en particular, casi al frente de casa, que fue el que elegimos para refugiarnos.
En la base, este viejo paraiso ocultaba un agujero de unas dimensiones interesantes que nos llamaba, nos invitaba como a Alicia en en el pais de las maravillas..
No recuerdo quien de los tres habia tenido la gran idea pero en unos minutos, mientras la lluvia se hacia un poco mas intensa y se empezaba a deslizar por el cordon cuneta hasta la primer alcantarilla que encontrara, conseguimos algo de papel de diario para colocarlo dentro de ese hueco.
Y asi fue como Alberto, de ahora en mas "Chingolo" saco su encendedor para prender el papel.
Nos calentabamos las manos, charlando antiguas anecdotas, viejos recuerdos, rin rajes cargosos y otras diabluras.
Transcurrieron unos buenos minutos hasta que algo nos llamo la atencion.
Arriba, a unos dos metros y medio del suelo y por el mismo tronco del paraiso, una pequeña columna casi imperceptible de humo se alzaba. No podia distinguir bien de donde salia, pero no le dimos importancia y seguimos con nuestros comentarios.
Poco a poco el humo se empezaba a espesar llamando nuestra atencion.
Fue ahi cuando nos empezamos a preocupar. De inmediato sacamos el poco papel de diario encendido que habia en el interior del tronco, en la base hasta apagarlo por completo, pero para sorpresa, el humo se hacia mas y mas intenso.
Metodo uno de improvisacion de bombero. Corri a casa, a buscar un balde, volvi sin agua pero juntamos del cordon cuenta. Habia bastante y ya nos estabamos mojando por la lluvia que habia aumentando su intensidad.

_ ¡Che boludo se esta quemando! ¡Veni ayudame que si no nos van a cagar a palos! -

Fue un momento rexona fuera de lo comun. Yo era el mas alto (bue lo sigo siendo) entonces era el encargado de revolear la poca cantidad de agua de lluvia del cordon dentro del orificio superior del tronco, que con la intesidad ignea ya habia hecho brasa en su interior. El arbol era totalmente hueco y de a poco el efecto chimenea estaba resultado para mal de nuestra integridad fisica.
Luego de varios intentos fallidos de apagar el interior del viejo paraiso, tomamos una decision firme e inobjetable.
Huir.
Como ratas.
Cada cual a su rancho.
A ver tele.
A cantar un villancico.
A leer un Anteojito viejo.
A hacerme el sota.
La magica distribucion de mi vieja casa orientaba el pasillo general directamente hacia la plazoleta y como era tipico y por el calor, la puerta de calle permanecia abierta. Podia ver desde alli el gran arbol de navidad de la antena de la usina.
Fue ahi cuando escuche a mi vieja decir.

-¡Mira la cantidad de gente que esta ahi afuera viendo el arbol de navidad! ¿le estaran sacando fotos?

Desde el fondo del pasillo venia autos parados, gente mirando bajo una llovizna que tendia a morir por la insignificancia de la humedad. Camine unos metros. Lento. Despacio. Masticando lo que era inevitable. Lo que era indiscutible.
No estaban viendo el arbol de navidad.
Estaban observando como el viejo paraiso ardia a todo vapor y por el orificio de arriba salia una gran bocanada de fuego, al mejor estilo de un soplete y cuyo fuego era ayudado a arder como el mismisimo infierno por el hueco de abajo por donde entraba aire.
Era el incendio perfecto. Lo que merecia una caada perfecta. Salvo fuera nunca nos descubran transformando aquella salvajada en "El plan perfecto" o la "anecdota perfecta".
Pense unos instantes que esto no iria mas alla de un arbol quemado hasta que mis oidos escucharon lo que jamas un niño (ya boludo y grandecito) quisiera oir. Una sirena sonando a la lejania.
Transpirar como testigo falso era lo menos. La ganas del tragame tierra era lo mas.
La paranoia me perseguia.
¿Me habra visto alguien? ¿me habran identificado?
¿Hablaran mis amigos? ¿son realmente mis amigos?
¡Malditos buchones!
Me voy a tener que deshacer de ellos.
No los invito mas a mis cumpleaños.
Y llegaron los bomberos a tratar de extinguir el incendio arboreo. Manguera de presion y aguas a mansalva, gente curiosa y mi vieja diciendo:

_ ¿Pero que habra pasado? ¿Como van a prender fuego a un arbol?
_ (...) Cerra vieja que esta fresco - Fue lo unico que se me ocurrio agregar del verdadero cagazo que tenia en ese momento.

Ser descubierto por mi abuelo, quien se habia encargado de nuestra crianza junto a mi vieja no iba a ser nada grato, siendo que el, militar de alma, corazon de hierro y de grandes valores y respeto, trataba de inculcar su doctrina en base a unas buenas patadas en el ojete para enderezar la situacion, actitud que hoy en dia valoro mucho aunque no la comparta porque es parte de lo que soy.

Pocos minutos despues, sono aquel gong que quita aliento a cualquier condenado. tuve la misma sensasion que tiene el acusado cuando baja el martillo en la corte. Lo mismo que siente el cordero minutos antes de ser asado. El timbre de casa habia sonado y alguien llamaba a la puerta que no tardo en abrirse para mostrar a aquel uniformado que bsucaba informacion de lo acontecido.
Me habian amenazado con hombres de la bolsa, con tamaleros, con la policia tambien. Pero esta era la pesadilla hecha realidad.
Pero mi cuello zafo y la noche terminaba asi. Con el paraiso ayudado por los bomberos para cumplir su mision decoradora.
Dormi. Algo intranquilo. Pero a la vez descansado. Habia zafado una vez mas. Habia burlado la ley. El azar estaba conmigo. ¡Que tipo afortunado!
Pero el viejo paraiso no corrio la misma suerte. Por los designios del destino, la inoperancia de los bomberos y las manos "anonimas", este habia sucumbido a las llamas y durante la noche, por culpa de un fuego mal extinto habia acabado recostado en una parte de la plazoleta, entregando sus crudas ramas a las sierras de los necesitados, de la gente sin recursos, que como finas termitas seccionaron sus maderas para encender su cocina, calentar su hogar o para simplemente decorar alguna parte de su casa.
El Paraiso, en medio de un solitario silencio, habia caido.

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