martes, 15 de junio de 2010

¡¡¡ Enólogo desempleado se lanza a la cata indiscriminada de productos del carrito de golosinas a la entrada del colegio !!!


lavado No habiendo tenido éxito en la vida enológica de la degustación de vinos, porque ya no le podes echar soda como un buen cristiano sin que te persigan con miradas intimidantes por haber cometido tal crimen con el viejo Cabernet Reserva 1998 del abuelo, me lanzo ahora entonces a la degustación de cosas mas importantes por mi descubiertas y no precisamente en una bodega.

Palitos de Yogurt: (servido de la mano de mi hija y adquirido en el kiosquito a la entrada del colegio). Este extraño “producto”, por llamarlo de una manera didáctica y coherente es llamativo. A la vista saltan colores atractivos y viscosos como el amarillo patito tailandes, el rosa mosqueta holandes o el verde agua cacunense, que atraen salvajemente la atención de los infantes y uno que otro adulto. Se presenta al comensal en un pequeño tubito de plástico rustico de procedencia húngara, que le da la guarda precisa ante los menesteres de la intemperie como ser viento norte, nieve, granizo, smog, polvo atmosférico, rayos UV y otros venenos medioambientales. De forma alargada, cilíndrica y del tamaño de un palito del mas noble chupetín, en nariz se percibe el bouquet de notas potentes como vainilla artificial, durazno artificial, chocolate artificial y frutilla artificial con algunos toques artificiales de algún conservante artificial e ilegal , o al menos eso parece. Lo de artificial digo.

En boca la cosa cambia. De presencia potente, joven y despechado, denota acidez, mucha, demasiada, a tal punto que llego a lagrimear, moquear y sentir esa electrizante vibración recorrer mi maxilar inferior desde debajo de la orejas hasta la base de lengua que de pronto se inunda en saliva. Se percibe además, el inequívoco aroma de colorantes no permitidos y un dejo de azúcar “Chango”, producto de una manufacturación casera o algo así, todo esto mezclado con algo del plástico que lo cubre, porque para degustar, hay que morder el plástico y mediante una compleja y difícil técnica de prensa sobre el mismo, se debe extraer el producto hacia las papilas gustativas.

Al principio  la fruta esta presente, igual que el disacárido, pero rápidamente desaparecen y se presentan fuertes y rudos taninos, con su típicas notas amargas y astringentes producto del material sintético obtenido mediante fenómenos de polimerización o multiplicación artificial de los átomos de carbono en las largas cadenas moleculares de compuestos orgánicos derivados del petróleo, hacia el final, al fondo, bien bien al fondo. Y como que te quema un poquito, bueno, en realidad es como un fueguito, una quemazón, por lo que sugiero la posterior ingesta de un Milanta.

Ideal para acompañar unas semillitas de girasol, o unos sachecitos de dulce de leche o una manzana encaramelada a la salida del colegio.

Esperando que esto haya sido una guía propicia para orientarlos a la hora de comprar golosinas a sus niños, yo me retiro un momentito a la guardia del hospital mas cercano a someterme a un lavado gástrico intestinal porque muy, muy bien que digamos, no me siento ya que esto no es artificial.

Cheers!!!

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