martes, 29 de noviembre de 2005

De rumbos perdidos e instintos heridos.


"Cada vez que miraba al horizonte, sus ansiadas pupilas viajaban al sur buscando su lugar. En estancos días secos de alegrías había llorado, por muchos años, el exilio que el destino le puso en su camino. No encontraba el modo de recordar lo bien que la lluvia le hacia a la tierra, cuando esta, seca, hervía de placer. Caían como lagrimas del cielo. Como si los mismos dioses estarían sintiendo lo que por sus venas corría en silencio, día a día, horas a horas. Había perdido el rumbo y su instinto estaba dañado. No me preguntes porque. Muchos lo perdemos de la misma manera que el lobo pierde la libertad en mano de su cazador. Quizás por el. O por ella misma. Caminaba, hablaba, corría y reía. Como un zombi insensible a su propio dolor interno haciéndola mas dura. En un momento de su reflexion se dio cuenta que si no hubiera perdido su sensibilidad, quizas la habria sentido en sus entrañas y asi podría haber sanado sus heridas.El sol entraba timido y cauteloso por las rendijas de su persiana america acariciando su blanca piel como la mano de su padre, pero la delicada percepción que la naturaleza se había encargado de regalarle cuando nació la había perdido hace un buen rato y ya no sentía nada que pudiera satisfacerla. No encontraba su camino. Estaba perdida en sus sombras. Claro. Creía que para poder sentirse libre al fin debía pelearse con el mundo, con la vida misma. Su jefe, sus hijos, alguna amiga incluso su pareja. Luego de tomar el auto y salir delante de una polvareda, su destino la mancho de penumbras de las cuales ella no podía salir. Ya no era la misma. Había cambiado. Solo la luna llena la podría guiar a la guarida de su propia alma. Solo restaba volver a encontrarse. Volver a casa. Encontrar el lucero que brille, entre las lagrimas vacías de amor, para hallar el camino de su propio ser."

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