¡Uh, loco! ¡Para un poco! ¡afloja la camisa! ¡ Dos meses! ¡Dos meses! ¡Que elecciones! ¡Que vacaciones de Invierno! ¡Y la fractura de mi hija! ¡Que yeso! ¡que bañarla. Secarla. Plancharla. Doblarla y guardarla! Que placa radiográfica, Que traumatólogo. Y salas de esperas llenas con olor a merthiolate, gasas y bandejitas de acero inoxidable.¡Y después Agosto, el mes bodrio! Porque Agosto es perverso, si no te cagas de calor, se te congelan los mocos. Y todo es el mismo día. Que la Pachamama. Que los lotes. Las tomas. Que piquetes. Que cortes de ruta. Asentamientos. Y en medio orgiásticas comilonas propacha que mataría de envidia a cualquier somalí. En fin, banalidades de un mundo primitivo, tosco, elemental o como se dice hoy en día, originario que subyuga a la masa humana todo este ultimo mes.
Pero retomo el arte efímero de la pluma y el papel electrónico para tratar de llevar un poco mas de conocimiento básico a mis lectores (que dicho sea de paso se han abarrotado en la puertas aseguradas con alambre púas y guaridas de seguridad con perros doberman pidiendo por mi presencia) y así cobijarlos en el beneficioso manto de la cultura, porque leer es cultura. O sea, si te dio fiaquita leer esto, estas en un escalafón muy bajo, en fin.
Señores. El perro. El perro. De entre todas las mágicas criaturas de la Creación, el perro debe ser una de las mas diabólicas y perversas que existen. Resulta ser que ayer por la tarde, al bajar del auto en Senador Pérez, frente al Juzgado de no se que, la suerte esquiva me tiende una trampa y caigo en ella. Unos aproximadamente dieciocho kilos y medio de mierda canina estaban ahí. Justo ahí. Donde no debería estar. Definitivamente, por las huellas palpables alrededor, pude percatarme que no era el único ser humano que ha caído en el humillante mundo de pisar la bosta.
El perro es básicamente una fabrica de mierda. Pocos son los animales que fabrican tanta mierda como el perro. Si el perro, en vez de fabricar mierda, no se, fabricara 10% de esa cantidad en oro, en medio día seriamos ricos. Pero no. Bosta. Por donde se mire, bosta. Las veredas, el jardín, el cordón, en la entrada de casa, a la salida, el patio, la sala. Podes limpiar la caca, pero te puedo asegurar que a los quince minutos, nuevamente todo estará cubierto de zorongos de todos los tamaños, colores y consistencias que se te puedan ocurrir. Y suponiendo que Ud.... no posea un can, como yo, basta con pasear distraídamente por la periferia para llevarse ese elemento nauseabundo adosado molestamente en la suela de la zapatilla hasta su dulce hogar, donde procederá a la limpieza en cuestión.
Claro, ya estoy escuchando a todos esos maricarmencitas, nenitas, bebotas con minifalditas rosa rococo rosada defensores de los animales, exclamando con la vocecita aflautada a los cuatro vientos cosas como “¡Ellos no tienen la culpa!”, o “¡Si los dueños le enseñaran!”, o “Son solo animalitos de Dios” o lo que es peor, “Es el mejor amigo del hombre”.
Para que sepan, el hombre bien, bien hombre, no tiene amigos. Es un solitario que se lame solo las heridas y se aleja al horizonte luego de haber prendido fuego a esa taberna donde lo miraron feo, sin mirar atrás. Una chica, bueno, es entendible. La soledad suele llevarla a cosas como acariciar un caniche toy y llorar si se pierde llenando postes con cartelitos del can y un escrito que dice “ME PERDI” como si los perros hablaran.
El perro es un animal. Y punto.
Pero esto no termina aquí. El perro salta. Te afana la comida. Se mete bajo la mesa en el almuerzo. Te llena de pelos la cama, el sillón, la ropa. Todo. Si es medio tilingo, cuando te ve se mea de la emoción mojando la cocina, el comedor o la alfombra. Cuando esta alzado, se te prende de la pierna y comienza con el clásico movimiento repetitivo de apareamiento con toda la poronga afuera mientras gime y saca la lengua. Te mira con ojos arrobados lo que generalmente suele ser deprimente. Algunos te babean la mano, la cara o lo que sea. Bueno, ya se, en este aspecto hay personas que cuando hablan también te escupen a la cara. Como los actores de teatro. Tenes razón. Dejemos a un lado la baba. El perro, te huele el culo. Si, que no te sorprenda, pero es así. Te salta cuando es amistoso hasta mas no poder. Te ladra y, si es muy hijo de puta, te muerde el pantalón. Y agradece que no te tarasconea la carne del tobillo. Y todo esto por la espalda. A traición, como los cobardes. Estúpidamente practican el deporte de correr autos o ladrar neumáticos terminando, más de una vez, atropellados o muertos. Y ni te cuento cuando andan tras una perra en celo. Mas estúpidos no pueden ser. Bueno, claro, mucha diferencia con el hombre tampoco hay. Dejemos este punto afuera.
La existencia del perro es la representación mamífera del manual “1001 Formas de Romper Las Pelotas”. En el can se juntan las mas perturbadoras. Y para colmo no podes hacer media cuadra sin encontrarte con un perro, o con la deposición del mismo. La única manera de alejarte de un perro es volverte a tu casa.
En fin, señores, Los perros llenan. Y pisar bosta, también. Basta de tantos perros. Bueno, capaz que ahora, con la invasión china de Argentina, reduce el numero de perros callejeros. Vos viste como son los chinos. ¿No?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario