miércoles, 19 de octubre de 2011

¡Webloguero deja la ginebra y firma el contrato “Van Damme”!


ginebra3 Tengo que dejar la ginebra. Te lo juro por la luz que me alumbra.

Desde hace tiempo que me viene pasando exactamente lo mismo y no se si es bueno, malo o perverso. Arranco la semana bien, pila, digo de onda, no de nudismo (algo que ya he practicado en distintos lugares extremos de la geografía jujeña y cuya prueba de esto son algunos amigos a los que tuve que desaparecer inmediatamente de manera precoz por sus diversas amenazas). La cosa es que así, buena onda, entusiasmo, ideas, buena vibra, esmowing y me digo a mi mismo, listo, ya esta, esta semana hago “esplotar” el blog, el face y reviento la red. No sabes la que tengo en la manga. No te das una idea. A que no sabes a quien vi salir de un telo. ¡Alto! convengamos que este tipo de comentarios, o sea el del telo, son cosas banales, vulgares, no es lo mío, yo estoy en un estrato superior. En un nivel mucho mas elevado.

El tema es que justo cuando creo que se viene la cataratas de ideas bárbaras sale el subconsciente a dar el mazazo salvaje y despiadado del recuerdo y de pronto tengo que pagar la tarjeta de crédito, armar el mueble para la cocina, contener a mi mujer, atender a mi hija, comprar mapas políticos del noroeste argentino, cola sintética, madera balsa, palitos de helados, un block Rivadavia rayado, ir a la obra social, tomar por la cabeza a la secretaria esa de pupilents categoría zombi y darle duro contra el escritorio por no autorizar mis sesiones de fisioterapia, en fin, me doy cuenta que hay una vida terrenal dura y peligrosa.

Ni hablar del trabajo. Fumadores. Todos. La lucha eterna contra estos malditos equecos de carne y hueso, los productores, que lloran mas que “La llorona del Perú”, que no hay plata, que no hay FET, que no les pagan, que la pindonga de Mahoma y la culpa de Cristina, etc, etc y la cosa es que tengo todo un mural lleno de Post-It con ideas productos del brainstorming diario que realizo para la construcción de nuevos artículos, pero a la hora de los bifes, buenas son las sopas y el blog sigue en blanco, ahí, en coma, con respirador artificial mientras el autor, encandilado por los rayos catódicos de la pantalla en blanco sucumbe en un limbo de inactividad creativa paralizante.

Intente buscar alguna definición a este síndrome pero no encontré nada, entonces, en un acto de valentía científica, me atrevo a descubrir lo que denomino como “envejecimiento blogogico”, una especie de decadencia virtual normal donde el fisico binario ya no responde como antes. Escribir y postear, se hace mas difícil, le cuesta moverse, aparecen unas ñañas, dolores de bits, artritis de teclado, hipertensión digital o algo así, en fin.

La cosa es que uno necesita un incentivo, la chispa de la vida, el detonador, el encendedor motivante de las un mil líneas escritas y estampadas en la web. Claro, esto a veces contrasta con la vagancia generalizada de los lectores  que suelen romperme las pelotas con que “¡uy loco! como escribís de tanto!", no tuve tiempo de leerlo!” y situaciones dignas del ocio, pero, y ojo, repito, pero, como soy un hombre de palabra bien, bien hombre, voy a lanza mi compromiso Van Damme, un pacto de responsabilidad civil bajo el lema “Retroceder Nunca Rendirse Hamas”, una especie de autoinmolación musulmana pero en lo que refiere a lo literario. Un tirito por día. Uno o abandono. Es así. Que quede claro.  Como cuando era joven, enérgico, bello y hermoso o no me ven mas un pelo.

Eso si, el compromiso es postear. No me comprometo a que sea una gran genialidad. Tampoco una genialidad. Ni genial. Así. El horno no esta para bollos. Tampoco va a ser laaaaaaargo. Ni cooooooooorto. Además, el concepto largo o corto es relativo. Los culturalmente ociosos en general con un párrafo de cinco líneas ya es mucho. Pero si, uno por día, como en el Aerobismo Sexual. Salvo, claro, por causas de fuerza mayor o pase algo. Tampoco la pavada. Soy casi humano.

Por otro lado, debo arreglar mis honorarios en metálico con “El Sector”, condición también para el cumplimiento del presente contrato, ya que con el temita de la inflación, lo que percibo ya no me alcanza para mi próximo viaje a los casinos de Mónaco.

Así que sin piedad, sin prisioneros y sin concesiones, sin componendas ni “disclaimers” de ninguna clase, o casi, se lanza este compromiso Van Damme.

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