Hoy no tenia ganas de escribir algo, pero eso en realidad no significa que no quiera escribir algo porque soy un simple mortal y como tal, sufro de los embates rutinarios como tener que prepara mudanzas, arreglar con inmobiliaria, firmar contrato, buscar garante, de esos sanos, limpios que no tengan nada turbio, por que vos viste como es la cosa, hoy en día encontrar a alguien bien, bien limpio es medio jodido y ahí te empoman, que tenes que pagar la luz, el agua, el gas, el teléfono, y en fin, deberes y obligaciones que un tipo responsable y entregado al cumplimiento societario, como yo, porque así fui educado, nos complicamos la existencia por hacerlo posible en tiempo y forma, mientras a otros claro, sin mediar papeleo, les entregan cosas, como lotes, guita, ropa, servicios. Y todo esto genera motivos mas que precisos, ideas, muchas, para llenar este espacio en blanco.
Vieron que de vez en cuando, uno en carácter de padre, tutor o encargado es citado en el gran templo del saber al que nuestros retoños acuden a desburrarse, para la reunión de padres. Un encuentro ameno y algo denso después de la hora diez que a veces dura, donde se nos explica los pormenores en cuanto a comportamiento, cumplimiento de los chicos y nosotros los padres padres. En esa extensa fauna salvaje de adultos vestidos y semiorganizados la vista encuentra un increíble catalogo de personajes de ciencia ficción:
La Mama que esplota: ¡Mirla! ¡Dale, Mirala!. ¡bueno! ¡no, no! ¡Perdón! ¡Escúchala! ¡Escúchala! ¡bueno si queres mírala también! Mira y escucha sus arranques de ira, soltando solicitudes de explicaciones de porque el día tiene 24 horas y no, ponele, no se 37, unas cuantas mas, así con esas tareas abstractas de buscar información en el internet, el chico no caza una, pierde el tiempo, ve tanta info que al final invoca al dios padre de las criaturas caseras y clama por su ayuda con un mensaje horrorizante para los mortales adultos. El tan temido “¡Mama, no entiendo!” o “¡Mama, no encuentro nada!”. Este momento enmascara otro drama. El drama de dejar de hacer las cosas de adulto como ver las noticias, preparar la cena o el almuerzo y entrar en el mundo abandonado y olvidado de “la investigación” y su rememoración, porque de eso ya nos acordamos un carajo, ya estudiamos, ya fuimos a la escuela y ¿otra vez sopa?. A esto se le suma el drama del efecto circular que cada año se repite como una maldita canción de un disco rayado. Las fechas patrias o conmemorativas. Una especie de maldición donde todos los años ella debe buscar lo mismo, que el 2 de abril, que el 24 de marzo, que el 19 de Abril, que el 25 de mayo.
Aquí se da el momento donde a la señora se la percibe incoherente, gritando ofuscada una serie de conceptos muy polémicos sobre cuestiones temporales y espaciales, el estudio, el uso de manuales (porque antes se estudiaba con manuales)s, de la falta de repollos en el mercado de abasto, temática que solo es la punta del iceberg, o la cabeza del dragón asomando fuera de la gruta. A esta mama, lo que le pasa es que durante el día le han venido pasando “cositas”. Nada terrible ni malo, pero cada “cosita” es como un dardo envenenado que va horadando su espíritu domestico y su templanza. Cositas como que no ha podido extraer dinero de una máquina, que un medio de transporte ha tardado mucho, o tal vez le han dado un cheque diferido o ha pisado un sorete de perro. Y se han acumulado. No estallaría de ese modo la señora si le hubiera pasado sólo una “cosita”, o dos. Tres “cositas”, en cambio –no importa su magnitud- ya bastan para abrir la puerta de sus monstruos interiores.
El Papa baboso y observador: ¡Miralo! ¡Dale, miralo! ¡No, a ese no! ¡Al otro! ¡Al de verde! ¿Estas viendo? Sin mirar a nadie en particular se sienta al fondo con expresión de nada. Pero tras ese rostro que muestra indiferencia e insipidez existencial se esconde un competidor de pura sangre. Todos sabemos que las reuniones de, y aquí hago una pausa, mal llamado Padres, deja un sabor amargo a la hora de la asistencia donde se comprueba que la sala esta llena de mujeres madres mas que hombres padres. Y aquí es donde el Observador saca ventaja. Es un lobo encerrado en un corral de ovejitas inocentes y esponjosas. Bueno. No todas. Por su impecable traje se nota que es un hombre que ha alcanzado cierto status social. Es un hombre satisfecho de sus logros, magnánimo en el triunfo pero implacable a la hora de la confrontación. Yo no lo elegiría como enemigo. Es el “papa” que quiere demostrar interés por las cosa de su hijo/a e ir a la reunión porque le da rating con el sexo opuesto despertando comentarios como “¿viste que tierno ese papa?” o “¡Me encanta ese hombre, esta en todas, no como mi marido!” y cosas así. El tipo se sienta al medio del grupo de las señoras. Quiere caer simpático, mas no dice una palabra salvo gestos de aprobación y una sonrisita a lo Isidoro Cañones. Entonces comienza a regodearse la vista con las señoras madres, algunas maduras, otras no tanto, encendiendo la mente del hombre. Le da lo mismo una embarazada que una abuelita de 120 años. Si puede, amablemente le da el asiento a la mama mas canchera del grupo solo para conseguir su numero telefónico. Sobre todo si es madre de un compañerito de su hijo/a. ¡Ese es el rostro que nunca deberás olvidar! ¡Recuérdalo por siempre! ¡Aprende! ¡Aprende! ¡Conserva esta lección!
El Papa con Estrés Prostático: Míralo, obsérvalo, aprehéndelo.Aparenta solvencia, satisfacción, entereza y estampa altanera. Y sin embargo, sufre, padece, se frunce y constriñe: Necesita mear. Como todos. Como yo, como ella, como vos. Pero ahí esta. En la bendita reunión de padres, ya dilatada como madre parturienta. Y no soporta más. ¿Sabes lo qué es la próstata? Una cosa diabólica. Algún día te lo explicaré, cuando seas grande. Entonces, el hombre que ayer hacía gala de los frutos de su poder (dinero, sirvientes, ascenso social) en este momento en el que daría lo que fuera por ser un Don Nadie, por ser insignificante e invisible, este hombre, no sabe como carajo pedir permiso entre las filas de asiento, la diminuta sala de reunión y la cantidad de madres amontonadas como gallinas en el gallineros. ¡Mira cómo su arrogancia se ha hecho trizas por culpa de una pequeña –no tan pequeña para él- glándula! ¿Su arrogancia? ¡Su dignidad! Porque este hombre, acostumbrado a ser obedecido y complacido, a no deberle nada a nadie (excepto durante momentos determinados de sus turbios tejemanejes financieros), a no hesitar en contratar a los abogados más caros de la ciudad para destruir a sus enemigos –y a recurrir a métodos más oscuros si hiciese falta- acaba de pedir permiso para ir al baño. Como un infante. Como el ser más indefenso de nuestra sociedad. Y ese microsegundo de humillación le arruinará el día.
No es nuestro deber especular quién sufrirá este día la furia impotente que en estos momentos siente nuestro hombre. Tal vez sea su secretaria, alguno de sus hijos, socios menores o simplemente un compañero de ascensor, ¿quién sabe? Nuestro único deber es observar. Y el tuyo, aprender. ¡Aprende!
La Mama Que dan Ganas de abofetearla: ¡Mirala! ¡Dale, Mirala! ¡Abofeteala! ¡Bueno! ¡no, no! ¡Perdón! ¡Tampoco era para que lo hagas delante de todos! ¡Te lo decía, no se, anónimamente!. !Si queres nos encapuchamos y le pateamos el bastón! Esta mujer, preferentemente rubia es irritante y malvada. Parece confabulada con las mismas huestes del infierno atentando contra la libertad de expresión de nosotros, los padres. Actúa como bombero apagando el incendio cuando las llamas están alcanzando la dirección de la institución. Es la “contrera”. Es la antítesis, la contrarrevolución, el antagonismo, la incompatibilidad manifestada en carne y hueso. Si todos pedimos manual, ella pide internet. Si decimos que los chicos todavía no saben que es el PowerPoint, ella dice que sus hijos hacen unas presentaciones magnificas, las cuales son vendidas a los CEOs de Apple, Toyota y algunas financieras de Wall Street. Si decís que las consignas de las tareas son poco claras, ella esputa la capacidad deductiva de sus pequeños Einstencitos casero que realizan las tareas a la perfección en su casa. Si pedís que las docentes corrijan los errores de ortografía, ella dice que no hace falta porque los suyos son la herencia karmica de Miguel de Cervantes Saavedra y no tienen errores. Forma parte del Club de Fan de la Dirección, es el brazo armado de la Agrupación Defensoras de lo Contrariamente Solicitado. La que nunca tiene problemas, la que la buena fortuna educativa le sonríe, la bendice, le entalca la cola y la malcría con alta dosis de conocimiento avanzado a sus críos. Una verdadera insoportable que luego de refregar los beneficios de las propiedades educativas de sus hijos, cierra con la frase mas pedorra que existe: “¡Es mi opinión personal! ¡Esto es en mi caso!”, mensaje que encubre un “Si tu hijo es un salame, medio lento, abreboca, despistado, que adora la edad del pavo…¡Cagate!”. Te patea el tablero cuando uno esta por obtener lo que pide. ¡Mirala! ¡Obsérvala! !Sopapeala! ¡Aprende! ¡Observa!
Confío en que estas lecciones sean aprendidas y estudiadas. Nos vemos en la próxima reunión de padres.
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