Nadie.
Nadie nos enseña.
Nadie nos enseña que el delicado color de una rosa regalada en el preciso momento puede levitar el alma hasta los rincones lejanos del cosmos.
Nadie nos enseña que solo la luna, misteriosa y vigia, puede ser testigo con su lumbre, de las caras ocultas y visibles de un par de enamorados enlazados entre frescas brisas de amor, de afecto, de cariño, de ternura.
Nadie nos enseña la delicadeza sublime de una mirada soñadora y profunda, llena de enigmaticos sonidos, colmada de suaves voces brotadas del alma.
Que una mirada es la puerta del alma, que invita a soñar mas alla de los limites claustros y frios, que eleva y bendice en un par de pupilas atentas llenas de luz, magia, secretos. Un hueco sinfin que llevan hacia los adentros de una inocencia infantil por alli escondida, por alli dormida, que invita a soñar, que invita a deambular por paisajes de colores acuarelas.
Nadie nos enseña a comprender la verdadera delicadeza, la inolvidable importancia de una simple mirada, que como un agujero negro te abre las puertas a dimensiones desconocidas.
Nadie nos enseña que la entrega a corazon abierto es como un silencioso chapuzon en las profundidades del oceano donde solo se escucha la nada y tu propia existencia haciendote asi vivir eternamente en la misma eternidad, pero que asi aun, esa entrega puede ahogarte y llevarte al profundo abismo marino aunque persista el dulce sabor de lo hecho.
Sentimos.
Sentimos viviendo.
Sentimos pasando.
Sentimos y no nos damos cuenta.
A veces, directamente, encerramos la belleza, la ternura, lo delicado, en un simple cajon del armario de la cocina o un viejo botellon abandonado en el garage hasta el el tiempo, o el viento, con sus frias manos las disuelvan, para siempre.
Nadie nos enseños que amar el aire, desear ese calorcito de primavera un sabado a la mañana, mojarse con esa lluvia fresca que te lava y te limpia las impurezas cotideanas son llaves sencillas para puertas soñadas, para puentes entre la vida y la muerte.
Asi seguimos mirando lejos. Mirando alla sin saber de aca y sin darnos cuenta que solo estamos de paso y que la vida pasa como una estrella fugaz.
Pero asi aprendemos a vivir y sobre todo... A SENTIR.
SENTIR QUE UNO ESTA VIVO. Y QUE SOMOS.
SER.
Nadie nos enseña.
Nadie nos enseña que el delicado color de una rosa regalada en el preciso momento puede levitar el alma hasta los rincones lejanos del cosmos.
Nadie nos enseña que solo la luna, misteriosa y vigia, puede ser testigo con su lumbre, de las caras ocultas y visibles de un par de enamorados enlazados entre frescas brisas de amor, de afecto, de cariño, de ternura.
Nadie nos enseña la delicadeza sublime de una mirada soñadora y profunda, llena de enigmaticos sonidos, colmada de suaves voces brotadas del alma.
Que una mirada es la puerta del alma, que invita a soñar mas alla de los limites claustros y frios, que eleva y bendice en un par de pupilas atentas llenas de luz, magia, secretos. Un hueco sinfin que llevan hacia los adentros de una inocencia infantil por alli escondida, por alli dormida, que invita a soñar, que invita a deambular por paisajes de colores acuarelas.
Nadie nos enseña a comprender la verdadera delicadeza, la inolvidable importancia de una simple mirada, que como un agujero negro te abre las puertas a dimensiones desconocidas.
Nadie nos enseña que la entrega a corazon abierto es como un silencioso chapuzon en las profundidades del oceano donde solo se escucha la nada y tu propia existencia haciendote asi vivir eternamente en la misma eternidad, pero que asi aun, esa entrega puede ahogarte y llevarte al profundo abismo marino aunque persista el dulce sabor de lo hecho.
Sentimos.
Sentimos viviendo.
Sentimos pasando.
Sentimos y no nos damos cuenta.
A veces, directamente, encerramos la belleza, la ternura, lo delicado, en un simple cajon del armario de la cocina o un viejo botellon abandonado en el garage hasta el el tiempo, o el viento, con sus frias manos las disuelvan, para siempre.
Nadie nos enseños que amar el aire, desear ese calorcito de primavera un sabado a la mañana, mojarse con esa lluvia fresca que te lava y te limpia las impurezas cotideanas son llaves sencillas para puertas soñadas, para puentes entre la vida y la muerte.
Asi seguimos mirando lejos. Mirando alla sin saber de aca y sin darnos cuenta que solo estamos de paso y que la vida pasa como una estrella fugaz.
Pero asi aprendemos a vivir y sobre todo... A SENTIR.
SENTIR QUE UNO ESTA VIVO. Y QUE SOMOS.
SER.
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