martes, 30 de noviembre de 2004

Un cuento de lunas, un cuento de tormentas, un cuento comun, de viernes por la noche.


La noche del viernes viene cayendo suavemente entre las luces de la ciudad agitada por la venida del fin de semana.
Me toca nuevamente ir (realmente no se porque voy pero algo me lleva) a una reunion de esas vacias, esas reuniones de gente absurda, de gente mediocre, de gente llana. Si, no se porque voy, pero algo me dice que vaya hacia ese lugar donde todos en algun momento reiran borrachos y perdidos en vulgaridades y vanalidades, en charlas aburridas y triviales de politicas, inversiones, dinero y proyectos envueltos en risas falsas con mascaras de espiritus traicioneros.
Luces. Semaforos. Gente apurada. Algun bocinazo. Adrenalina noctambula de viernes a la noche.
La 98.10 me envuelve con la compañia de la voz y un tema, que mas preciso era imposible. Bruce Springsteen, alias "The Boss" un icono de aquella epoca que todavia sigue haciendo eco con sus temas. Mientras "HUMAN TOUCH" sonaba, las lineas de la ruta se perdian el el oscuro horizonte marcando el final del camino, un camino que nunca se termina.
Me acompaña el asiento vacio de la camioneta. Por un momento quise pensar en un porque pero me di cuenta que seria entonces que los designios caprichosos de los Dioses del Olimpo asi lo quisieron o que la alineacion de los astros estaban a mi favor y que la unico testigo de esto, seria alli, esa luna llena que brilla en lo alto, jugando como un duende travieso, ocultandose y apareciendose entre los pocos algodones de nubes sueltas al azar.
Un no se que me hace intentar comprender el porque del desvelo de la luna, esa luna que enamora, que seduce, que atrapa, que conquista, que hipnotiza con sus cantos de luz de sirenas fabularias. Cara de mujer, piel de doncella, quien sabe y me puede. Desnuda luz contra luz con las estrellas como unicos testigos.



No pude evitarlo, no pude decir que no a este momento y fue ahi cuando detuve la marcha de la camioneta estacionandome al costado de la ruta vacia. Me detuve. Apague las luces y me baje. Algo ocurria. Un mensaje lejano con aires salinos. La luna traia ese mensaje de parajes medievales con lumbres de arenas rojizas.
Una suave brisa movia las nubes alrededor de ella.
Campos solitarios. Lunas Andantes.
En el horizonte podia ver como, los Dioses, se debatian entre rayos y centellas en una encarnizada tormenta oculta en masas de nubes grises y negras. Presagio de una lluvia de vientos fuertes y amenzantes.
Una noche que, como un suave infierno de diablos borrachos, va cantando y ardiendo en refusilos y relampagos entre luces de lunas escarlatas haciendo que los relojes, huyan del tiempo, perdidos y ausentes.
Aqui. La Luna. Vigia. Amante. Suave. Compañera.
Alla. La tormenta. Acechante. Ironica. Fuerte. Despiadada.
Y yo al medio. En medio de la nada. En medio de todo.
El aroma a noche de grillos y luciernagas venia como un delicado toque de campanillas de campo haciendo que me fundiera como un fantasma, como un alma escapada del cuerpo, en todo lo que ocurria alli llevandome a un nirvana de luces y sombras, de rayos y centellas, de nubes y lunas, estrellas y grillos.
Un nirvana de sensaciones ocultas, de sentimientos perdidos y amores florecidos.
Los duendes, las almas, los corazones entonces estallan cantando, riendo, llorando a la luna como un consuelo de querencias que nunca se van, que siempre estan en esos cinco minutos al costado de la ruta, en un camino solitario, entre lo bohemio y lo ermitaño, entre las luces y las sombras, entre la vida y la muerte.
Por un instante no quiero despertar, no quiero volver, no quiero seguir andando. El tiempo toca la puerta y con sus frias agujas el reloj retoma el tiempo, deshaciendo los maravillosos sentires trayendome a la realidad y sacandome del dulce sueño despierto, de ese sueño vacio de deseos de fortalezas y fortuna. Un sueño desvelante de secretos escondidos en el lado oculto de la luna.
Subo a la camioneta y el ronco sonido de un motor recien arrancado ensucia el entorno.
Y Marcho. Y voy. Al mundo vacio. Al mundo inerte. Al mundo mediocre.
Y marcho comrpendiendo por unos minutos el porque de este momento.
Nunca estamos solos. Siempre hay alguien (o algo). Todo esa magia existe... porque existimos.
El resto no tuvo importancia. Lo que vino despues fue lo menos. Lo comun.
Un viernes.
Simple. Hermoso.

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