Resucitado, recompuesto, reanimado y reinjertado en algunas partes (que prefiero no mencionar) luego de la entrevista al chaman hijo de la pachamama, abandono la clínica no sin antes despedirme cariñosamente de "Inga" (nada que ver con la del Tribuno) una afectuosa enfermera alemana (cuya semejanza roza a una brutal lanzadora de jabalinas de olimpiadas pero con dientes) quien tuvo la cortesía de cuidarme durante mi estadía en la instalación sanitaria. La despedida me lanza momentáneamente a Setiembre, el mes de la primavera, de los aromas florales del jazmín, los lapachos florecidos y el graznido delicado de las jóvenes golondrinas que juegan danzando en románticas piruetas curvilíneas por los cielos de la ciudad.
De pronto algo sucede. Un alerta natural me despabila. Me trae a esta remota y espantosa realidad.
Tirado en el piso, casi en estado de shock, semi inconsciente (de nuevo) temblando con movimientos espasmódicos, tirando espuma blanca por la boca y clamando a todos los dioses Ibérico-latinamericanos que tengan piedad de este pobre primate, el mes de Agosto me avisa con una salvaje cachetada de electrocución por acumulación excesiva de estática del viento norte, que todo esto no a terminado y que recién es Miércoles 5.
Maldigo entonces la puerta del maldito remis que casi me cocina la mano entera con el fogonazo impredecible de la chispa criminal de la madre naturaleza, mientras intento ponerme de pie, no sin antes descargar, las malas energías que a modo de reanimador eléctrico, magiclick o pistola paralizante adormece por varios minutos mi brazo derecho, dejándolo momentáneamente inservible, inútil y en su mas puro estado flácido, allí, al lado derecho de mi cuerpo colgando como fleco de campera de nobuk.
Mientras "Inga" corre en mi auxilio (no puedo evitar observar sus zapatillas blancas Pampero numero cuarenta y seis y medio) recuerdo entonces algunos tips para sobrevivir a esto:
- No besar.
- No tocar.
- No acariciar a mi hija (piensa que lo hago a propósito)
- No abrir puertas con la mano.
- Ni otras puertas metálicas.
- Usar el codo.
- El pie.
- La rodilla.
- El culo.
- Aunque el vecino que te mira se te cague de risa.
- O un palo de escoba.
- Lo que tengas a mano.
- Menos la mano. Ya lo dije.
- Evitar buzos polares.
- Sobre todo el sexo oral (puede inutilizar el área por varios días)
Agosto continua con su salvajismo que no discrimina a malos de buenos, a perros de gatos, a suaves promotoras de Garbarino de las viejas mecheras céntricas y sigue su paso caprichoso por Jujuy, electrocutando todo a su paso mientras uno puede ser el simple espectador de este espectáculo, digno de una comedia griega, mientras los afectados realizan extraños movimientos dantescos para evitar ser alcanzados por esta maldición gitana.
Sin mas y cojeando un poco (mi brazo aun no lo siento), me despido hasta la próxima, con esta foto de archivo sobre el tema.
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