El artífice magistral de la puesta a punto del Kamasutra en todos sus sentidos, el maestro indiscutible del aerobismo sexual, o sea YO, llora en el rincón mas inmundo de este planeta, rodeado de ratas, murciélagos, charcos de aguas estancas, moho, digamos, literalmente, la fosa mas hedionda sacada de un cuento de terror medieval.
Y es que justo cuando estaba perfeccionando algunas técnicas de sexo oral que básicamente consisten en usar sin la mano una colita de chancho, un poco de dulce de leche, dos palitos chinos, 100 grs. de aceitunas sin carozo, un par de fetas de jamón crudo serrano y dos clavos de olor, me avisan de ESTO.
Me quiere decir alguien, ¡¡POR-FA-VOR!! ¿en que clase de mundo vivimos? ¿Que pasa con este mundo? Ya no es lo mismo de antes, ya ni eso se puede hacer. ¿¿Que nos queda en esta vida infame y desgarrada por las garras de las maldiciones oscuras del demonio científico?.
¡¡Nada!! Las siete plagas de Egipto resumidas en un No al libre albedrio de la practica libre e indiscriminada del cunnilingus, la felación, el humming o aquella belleza arquitectónica de pura carne, huesos y placer, que es el 69.
¡¡Gracias señores de Harvard y Connetticutt, o como diablos se escriba. Gracias cerebritos investigadores, nerds universitarios de anteojitos, delantales blancos, peinados con gomina y zapatos lustrados por sus magníficos aportes. Seguramente nunca disfrutaron de esta parte de la vida, le tuvieron que buscar la quinta pata al gato para hacer a la humanidad, mas infeliz de lo que hoy es. Serán el primer mundo, pero son mas agrios que un limón, loco, pongan onda, macho.
¿Que nos queda? La castración. Dedicarnos al eunuquismo salvaje y desmedido. Entregarnos al celibato. Que nos abduzcan los extraterrestres y nos hagan sus marías.
Permiso, me retiro un ratito a sollozar, ay pobre de mi, que se siente vapuleado y desilusionado por, no se, tres o cuatro doctorcitos encerrados en un greek bar del primer mundo. Pobre de mi.
Noooooo.
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