Silencio.
Dícese de la abstención de hablar.
Luego hablamos del silencio de la selva, la quebrada, un bosque, la plaza o el parque para aquellos ciudadanos de cemento y vigas. Pero me tienta y me seduce la primera. La abstención de hablar.
Decimos amar el silencio cuando el ruido lo causamos nosotros mismos. Otros temen el silencio, pues necesitan articular algún sonido para salir como el vapor que silba de una olla de presión o un geiser.
Callarnos.Silenciarnos. Es una idea para algunos absurda. Para otros interesante.
El ruido molesta sobre todo cuando viene de la ciudad o de la gente.
Es como este mismo blog. Hablo. Hablo letras mas letras. Para algunos puede ser ruido molesto. Para otro lo que pueda moldear con esta mezcla para darle forma según dicte el corazón, el alma, el otro yo, mi amigo invisible. El que sea.
Mi silencio me visita en los momentos mas insospechados. Ya de por si, algo callado, quizás un toque de introvertido en este metro noventa y monedas que me encierra me perfila como un mirador de sucesos.
Un sexto sentido me permitió escuchar los gritos salvajes de los aires puneños acariciando las duras espinas de los cardones vigías. Me permitió percibir el aullido de algún zorro en fuga en medio de las tuscas agrestes y lajas morenas. Seguramente que hay presencias. Alguien llama a la puerta de las montañas en medio de la nada. Quizás algún alma en pena que pierde el rumbo sin saber de donde vino tanto cansancio, tanto agobio, tanta arena volando en el viento golpeando cada grano la piel seca y quebrada. Cae la piedra como la noche estrellada, iluminada por la luna viajera, sonora en su paso, hablándonos de aquellos cobijos y albergues, de reposos y sueños vagantes, de pesadillas y añoranzas, nostalgias y melancolías, de amores y muertes.
Me pierdo y me encuentro, me busco y me llamo.
Me da por sentir que cuando cierro la boca, un manojo de sentimientos y sensaciones acaricia a pecho abierto parte de mi corazón al mismo tiempo que se siente como las pulsaciones van cesando hasta dormir en un lento paso de gigante dormido.
Cuando no estoy con ella la extraño.
Decimos amar el silencio cuando el ruido lo causamos nosotros mismos. Otros temen el silencio, pues necesitan articular algún sonido para salir como el vapor que silba de una olla de presión o un geiser.
Callarnos.Silenciarnos. Es una idea para algunos absurda. Para otros interesante.
El ruido molesta sobre todo cuando viene de la ciudad o de la gente.
Es como este mismo blog. Hablo. Hablo letras mas letras. Para algunos puede ser ruido molesto. Para otro lo que pueda moldear con esta mezcla para darle forma según dicte el corazón, el alma, el otro yo, mi amigo invisible. El que sea.
Mi silencio me visita en los momentos mas insospechados. Ya de por si, algo callado, quizás un toque de introvertido en este metro noventa y monedas que me encierra me perfila como un mirador de sucesos.
Un sexto sentido me permitió escuchar los gritos salvajes de los aires puneños acariciando las duras espinas de los cardones vigías. Me permitió percibir el aullido de algún zorro en fuga en medio de las tuscas agrestes y lajas morenas. Seguramente que hay presencias. Alguien llama a la puerta de las montañas en medio de la nada. Quizás algún alma en pena que pierde el rumbo sin saber de donde vino tanto cansancio, tanto agobio, tanta arena volando en el viento golpeando cada grano la piel seca y quebrada. Cae la piedra como la noche estrellada, iluminada por la luna viajera, sonora en su paso, hablándonos de aquellos cobijos y albergues, de reposos y sueños vagantes, de pesadillas y añoranzas, nostalgias y melancolías, de amores y muertes.
Me pierdo y me encuentro, me busco y me llamo.
Me da por sentir que cuando cierro la boca, un manojo de sentimientos y sensaciones acaricia a pecho abierto parte de mi corazón al mismo tiempo que se siente como las pulsaciones van cesando hasta dormir en un lento paso de gigante dormido.
Cuando no estoy con ella la extraño.
Cuando estoy con ella nos peleamos.
Esquivamos miradas en medio de silencios precoces hasta que una posible sonrisa, destino de un juego de mentes que hilan los mismas telas se encuentran en medio de un ambiente sin palabras.
La miro. Me mira. Me sonríe. Sonrío. Le guiño un ojo. Me tira un beso. Y sigue el juego. Sigue. Sigue y no se detiene. Una cabeza intenta hablar pero el corazón no lo deja interrumpir esa danza perfecta de complicidades y deseos. No se dice. Pero a la vez todo se dice. Nada se pierde. Todo se gana.
Un silencio es fácil. Dos silencios juntos hacen mucho mas ruido que mil palabras juntas.
Simplemente es cuestión de saberlo escuchar.
Silencio.
La miro. Me mira. Me sonríe. Sonrío. Le guiño un ojo. Me tira un beso. Y sigue el juego. Sigue. Sigue y no se detiene. Una cabeza intenta hablar pero el corazón no lo deja interrumpir esa danza perfecta de complicidades y deseos. No se dice. Pero a la vez todo se dice. Nada se pierde. Todo se gana.
Un silencio es fácil. Dos silencios juntos hacen mucho mas ruido que mil palabras juntas.
Simplemente es cuestión de saberlo escuchar.
Silencio.
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